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Lentamente se acerca, a paso firme, el fin de un año, que para todos ha estado cargado de sensaciones y sentimientos. Cuando apenas quedan unos días para que se nos escape el año 2010, va siendo hora de coger una silla cómoda, probablemente esa vieja silla que tenemos arrinconada en una esquina de la casa, y de la que nos resistimos a deshacernos, bien por que la hemos cogido cariño, bien por que a pesar de su vetusto estado es la más cómoda que tenemos, y sentarnos desnudos, en calma, y en soledad, frente a un amplio espejo, para contemplar nuestra figura reflejada en él, y explorándonos atentamente, observar las marcas, ó profundos surcos, que el trascurrir de este año que se nos escapa, ha dejo en nuestra piel.
Ahora frente al teclado del ordenador, me gustaría poder resumiros el año como una sucesión de hermosos acontecimientos que han hecho brotar, junto con algo (o mucho) de esfuerzo por nuestra parte, y enraizar, parte la felicidad que tanto ansiamos que nos enriquezca y haga crecer. Pero a veces la vida perpetra en nosotros toda clase de tropelías. Las más bellas, intensas y sinceras intenciones se tornan en absolutas decepciones, algunos de los que creías mejores amigos dejan de acercarse a ti, la energía va perdiendo peso como el de un vaso de agua bajo el abrasador sol de las decisiones de otros. ¿Os ha sucedido eso a vosotros? Espero que no.
Vivimos tiempos de crisis, en lo personal, en lo material, en lo económico, pero si algo he aprendido de este tiempo es, como dice la canción de Manolo García, que "Nunca es tiempo perdido", de todo se aprende y aunque el aprendizaje suele ser duro y lento, sirve para eso precisamente, para aprender (algunos además torpe, desacompasadamente y, con la ayuda de "muuusha guena Hente"), para resolver asignaturas pendientes, para separar el grano de la paja, para delimitar lo que uno está dispuesto a permitir que forme parte del equipaje de la maleta con la que realizamos el tránsito de nuestras vidas; Que solo es un recodo más de nuestra ilusión ávida de cariño, de esas mañanas que te hacen levantar el vuelo y contemplar amaneceres que apacigüen nuestro tenso pulso; Que a veces tras una puerta, al doblar una esquina ó incluso debajo de una piedra puedes encontrar uno (o varios) diamantes de azul fulgurante, y …, quien sabe que más gratas sorpresas.
En este preciso momento os estoy viendo leerme, esbozo una tímida sonrisa, y reconozco en cada uno de vosotros, toooooooooodos vosotros (y algunos más que no son de los de asomarse a la pantalla), los pilares en los que me he sustentado para sobrevivir. Tan solo os pido una cosa más, que me dejéis devolveros parte de esa fortaleza con que me habéis ayudado durante este errante año, y un poco más.
Para terminar os exhorto a que hagamos que este nuevo año que está a punto de asomarse por ese indefinido horizonte austral, por el que el los dioses del tiempo han establecido que comienze, cobre más sentido que nunca la archiconocida frase de “Año nuevo, Vida nueva”!!!
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