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Confesiones/crónicas de un internauta asombrado.

26. enero 2012 07:10
by Gunner
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Relato erótico: Sexo, drogas, y Rock&Roll (III).

26. enero 2012 07:10 by Gunner | 0 Comentarios

Siempre que decido a escribir alguno de mis relatos los redacto pensando en ustedes, mis apreciados lectores, pero sin particularizar en ninguno en general. Permítanme que esta noche lo haga pensando en alguien en concreto, pues esta tarde/noche le he fallado a una Dama y he prometido compensarla. Tenía motivos para bajar a Sevilla de nuevo esta tarde (incluida su muy curiosa y apetecible manera de requerir mis servicios como compañero de baile), pero si he decidido desistir, ha sido no por falta de excelentes motivos para ello, sino por auténtico cansancio. En ocasiones por no pensar, a veces por cumplir con mis compromisos y otras por vivir, lo cierto es que últimamente todo mi camino en la vida me hace descansar poco o nada (mis compañeros lo saben, pregunten sino). Está afectándome y pasando factura; he tenido que concederme un respiro.

Pensando en la Dama en cuestión y como cumplir mi promesa, me he sonreído pensando en una de mis últimas conversaciones con ella, en la que criticaba la segunda parte de relato erótico que ya conocen. Verdaderamente nunca se como acertar con las mujeres, si entro al trapo lo llaman “porno”, y si no lo califican de “light”, aclárense, cojones, aclárense. Así pues, pongamos carnaza en el cebo a ver que críticas pescamos.

      

Me dije esta noche, nunca te arrepientas de lo que has hecho, solo de lo que no has hecho. Así que, mientras le comía la boca a la hermosa Dama y la penetraba furtivamente apretándola levemente contra el blanco mármol del lavabo del frío y reducido aseo, me decía y le decía CARPE DIEM!!!

Habíamos llegado al Ohana, cerca de Viapol, recordaba el local de antes de que cambiasen de dueño y de nombre, solía acudir allí con una de mis antiguas novias. El mismo local, el mismo sótano, la misma sala VIP, pero ahora yo era el diferente. Sonaba en la pista "Mulher prerfeita", y las parejas se frotaban a su ritmo con inusitada y tórrida cercanía. Yo apenas si sabía bailar Kizomba, lo había estudiado por unos videos que me había enviado un compañero como documentación para el caso que estábamos investigando.

Bailamos, no sin que antes ella le parase los pies al gorila que intentaba evitar que nadie se le acercase. En sus giros me desafiaba acercándome su cara, golpeándome con su cabello y dejándome notar su acelerada respiración. Me mantuve frío y profesional, sabía que al capo no iba a gustarle la clara insinuación que me hizo con la mirada en dirección a los lavabos del semisótano del local.

Ella no demasiado convencida, cerraba levemente las piernas con la intención de evitar mis ataques, pero le susurraba: “Ya que estás aquí, joder, relájate y disfruta, o para que crees que nos hemos metido en este oscuro lugar. Acaso no sabías que iba a pasar… un hombre y una mujer entrando a hurtadillas en semejante sitio… yo no fumo, tu tampoco, drogas… y charlar… Jajajajaja”. Ambos nos reímos sigilosamente. Ella me cerró la boca con sus pequeñas y blancas manos y yo la apreté con aún más intensidad para clavarme profundamente en su sexo.

Minutos antes cuando iniciábamos la conversación de aseo, la abracé tiernamente y casi sin que ella se diese cuenta - o dándose cuenta, me da igual -  deslicé desde la espalda mi mano izquierda entre la falda verde y negra, y las tupidas medias con bordados de flores que tan sensualmente adornaban sus largas y torneadas piernas. Poco a poco, recorriendo plácidamente sus curvas y caminando de atrás hacia adelante, mi mano fue buscando distraídamente el calor de los labios de su vagina. Al principio se resistió a que me acercase a ellos, pero un suave mordisco en su oreja derecha y noté como sus nalgas se relajaban ligeramente. Antes de que cambiase de opinión avancé hasta alcanzar mi objetivo. La oscura espesura de su interior, parecía al tacto como el dulce y viscoso calor de la acuosa gelatina líquida. Húmeda y llena de vida, escuché un tenue gemido de culpable satisfacción, a fin de cuentas era una mujer comprometida, y claramente lo que estaba perpetrando hacía saltar por los aires su casta promesa de fidelidad para con su… ¿que era él para ella?, un mueble, el padre de su hijo, un tipo con inteligencia para sus turbios negocios… Estaba descuidando el único negocio que a ella le preocupaba.

      

Tengo mis 500 palabras y de momento creo que es bastante, ¿no?

Un saludo, Damas y Caballeros!!!

Innocent

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