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A pesar de la apariencia filosófica del título, no les voy a hablar de locas ideas, ni de volar por esos cielos de dios camino a fastuosas vacaciones en la culta Europa o hacia exóticos paraísos tropicales en El Caribe. Les voy a hablar de algo muy real aunque con cierto “toque” de “virtual”. Trataré acerca de tecnología y de tendencias en el ámbito de la Informática y las Comunicaciones. Es a lo que me dedico en la Agencia Digital de Andalucía, y para lo que me considero facultado a opinar. En esta ocasión, acerca de ese movimiento tan en boga de subirlo todo a la nube auspiciado por los cantos de sirena de los gurús tecnológicos.
La nube.
Pongámonos en contexto. ¿Qué es la nube?
Para el ciudadano “normal” la nube es un concepto tan difuso como las propias gotas de agua que flotan en el aire y que a pesar de su falta de solidez constituyen su esencia. Para las personas que se mueven en el ámbito empresarial y sobre todo técnico la cuestión está bastante más clara. A otros les trae al fresco…
Veámoslo de forma sencilla.
Como dice Microsoft en una de sus referencias, básicamente es un término que se utiliza para describir una red mundial de servidores, cada uno con una función única. No es una entidad física, sino una red enorme de servidores remotos de todo el mundo que están conectados para funcionar como un único ecosistema. Estos están diseñados de manera distribuida para almacenar y administrar datos, ejecutar aplicaciones o entregar contenido y/o servicios, como streaming de vídeos, correo web, software de ofimática o medios sociales. En lugar de acceder a archivos y datos desde un equipo personal o local, permite acceder a ellos online desde cualquier dispositivo conectado a Internet, es decir, la información está disponible dondequiera que vayas y siempre que la necesites.
Para el común de los mortales, es poco más que donde se almacena su correo electrónico y los datos de sus “redes sociales” – en el amplio sentido de la palabra -. Para el mundo empresarial, los proveedores de servicios en la nube – Amazon, Microsoft, Google y Oracle, entre otros – y sus innumerables partners tecnológicos la venden, junto con la migración de nuestras infraestructuras a sus servidores, como la solución mágica que, además del ahorro de costes, simplificará la gestión técnica de las líneas de negocio de las empresas y los ciudadanos.
Ahora voy a ponerme algo poético – es mi estilo, ¡qué le vamos a hacer! -, pero ¿Recuerdan esa inolvidable canción de Alberto Cortez titulada “Castillos en el aire”?
Decía algo así como:
Y construyó, castillos en aire A pleno sol, con nubes de algodón En un lugar, adonde nunca nadie Pudo llegar usando la razón
Y construyó ventanas fabulosas Llenas de luz, de magia y de color Y convocó al duende de las cosas Que tiene mucho que ver con el amor
…
La conclusión es clara y contundente Lo condenaron por su chifladura A convivir de nuevo con la gente Vestido de cordura.
¿Y se preguntarán qué tienen que ver tanto el título del artículo como la letra de la canción con la tecnología? La respuesta es obvia.
Lean – o mejor escuchen la canción – muy bien esas estrofas. !Si pueden, incluso ahora mismo de nuevo! Se trata de una analogía de aquello que hace que la nube se presente como el maná que todo lo va a solucionar mágicamente, como una ventana al universo que hace que nos enamoremos de sus propuestas, y de cómo esa chifladura está acabando por sumergir en un baño de realidad a quienes lo están apostando todo a esa carta, obligándoles a contemplar sus teorías bajo el prisma de la cordura. Me explico...
Los adalides de “La nube”, hábiles comerciales y agoreros de las tendencias del mundo TIC nos han creado/inducido un castillo de expectativas acerca de los beneficios y facilidades que obtendremos al subir los recursos propios – en nuestro caso los de la Junta de Andalucía – a ese fabuloso espacio etéreo en el que por arte de magia todo va a funcionar maravillosamente, pintándonos un mundo de color de rosa.
Continuando con mi argumentación tengo que poner “peros” al paradigma del Cloud Computing. La realidad es bastante más compleja, hay ventajas, pero también inconvenientes. Analicémoslos pormenorizadamente.
Pros de “La nube”.
Entre las ventajas de común acuerdo dentro del mundo TIC podríamos destacar que:
- Se descarga del peso y la complejidad de las gestiones tecnológicas de los recursos subidos sobre los hombros del proveedor al que se le delegua el proceso/recurso transferido, como por ejemplo, desentendiéndonos del mantenimiento de los servidores donde se ejecutan las tareas o almacenan los datos así como de las salvaguardias de los datos.
- Traducido a términos técnicos hablamos del SaaS/PaaS – Software as a Service/Platform as a Service -. El proveedor no solo proporciona el hardware, sino también el software correspondiente. El cliente, por su parte, puede utilizar las diferentes funciones del software sin más preámbulos. La empresa proveedora TIC se ocupa del servicio de mantenimiento, de la operación diaria y del soporte del software usado por el cliente.
- Es evidente que la mayor ventaja es la ubicuidad. Se puede acceder a cualquier recurso desde cualquier lugar del mundo y/o cualquier dispositivo. Pero también la escalabilidad, si se necesita más rendimiento o más almacenamiento tan solo es necesario solicitárselo al proveedor desentendiéndonos de la necesidad o complejidad de adquirir nuevos recursos e incorporarlos a nuestras estructuras “on-premise”.
- La disponibilidad de soporte online 24×7 para la resolución de cualquier problema o upgrade de sistemas ya sea vía telefónica, vía remota o vía web de soporte.
- La IA… ¡qué remedio! … es y parece ser la tecnología de vanguardia y que ayudará a cualquier negocio a prosperar en su línea de trabajo empresarial como afirma el mismo Bill Gates en sus últimas declaraciones públicas. Herramientas como CHAT-GPT o Copilot ofertan con todo el potencial imaginable de mejora de la productividad con la capacidad añadida de eliminar los procesos que no añaden valor. La nube, con su inmensa base de conocimiento pretende ser la revolución del mundo TIC.
Armadas con el peso de la razón, y protegidas por la solidez de estos argumentos y el buen – magnífico diría – hacer de los comerciales de las compañías proveedoras de servicios en la nube, muchas empresas se han dejado seducir y han tomado el camino de externalizar sus infraestructuras siguiendo ese camino de baldosas amarillas.
Contras de “La nube”.
¡Porque los tiene! Alcanzar un sueño, “volar entre nubes de algodón” tiene sin duda un precio:
- Calcular sus costes reales puede ser una tarea tan compleja como deshacer el nudo gordiano que Alejandro Magno resolvió de manera tan tajante. Por el mero hecho de estar ahí, a nuestra disposición e incluso aunque no se esté usando ni un solo ciclo de CPU ni byte de almacenamiento se factura por todo. Hay modelos de “Pago por uso” – de CPU, de almacenamiento, de ancho de banda, por número de solicitudes por minuto, por horas de funcionamiento, etc -, modelos por “Servicio” – bases de datos, análisis, técnicos de soporte remoto, aprendizaje automático IA, etc. -, pero la tendencia es el “Modelo de suscripción”, en el que contratas un paquete de servicios bajo criterios de calidad – SLA -, … y todos sabemos lo que acaba ocurriendo… que lo que en un principio parecía económico e incluso “barato” por desprendernos de los costes asociados si usáramos recursos propios, a la larga acaba convirtiéndose en un quebradero de cabeza difícil de cuadrar y al que estamos encadenados. Sin duda, un peaje difícilmente sostenible/justificable a largo plazo.
- Hemos de considerar el factor de “La seguridad del dato”. Llámenme conspiranoide o agorero, pero el espionaje tecnológico, industrial, militar y político – especialmente en nuestro ámbito, que es el de la “cosa pública” – están a la orden del día, y tener nuestros datos en la nube es tener un frente de ataque abierto 24×7 horas al día al resto del mundo. Quizá la JJ.AA. por el carácter de la información que maneja no sea un objetivo muy suculento, pero sí muy sensible. La información de carácter administrativo, sanitario y, sobre todo, político es de alto riesgo. Los datos que se almacenan y las decisiones que se toman en base a ellos como poco afectan a la vida de los ciudadanos y explotados comercialmente pueden reportar claros beneficios económicos.
- Los ataques de ingeniería social, de “man-in-de-middle” y otros más complejos interceptando el servicio desde cualquier organismo a sus recursos en la nube están a la orden del día, y una vez obtenidas las credenciales oportunas, penetrar hasta la cocina de cualquier organización es tarea de niños. Tener los recursos en nuestras propias infraestructuras al menos impide/dificulta esas situaciones, sobre todo si se utilizan las herramientas DLP/ERD – Data Loss Prevention/Endpoint Detection and Response – adecuadas a la organización.
- Un problema serio que no quiero dejar de tratar es la “Inmisericordia con el dato”.
Quizá la JJ.AA. por tratarse de un organismo tipo gubernamental tenga entidad suficiente como para obtener un trato preferente respecto a otras empresas – aunque no pequemos de ombliguistas, puede que nos parezca otra cosa pero “La Junta” es una organización pequeña en comparación con compañías como bancos, multinacionales u otros gobiernos de mayor tamaño -, pero no cabe duda que todos los que nos movemos en el mundo TIC conocemos casos en los que el proveedor de servicios que por circunstancias o tras finalizar el contrato, pocos meses después ha purgado sin miramientos los contenidos y/o servicios que hospedaban - caso del cierre de MegaUpload -. Evitar ese problema, y por tanto perder el negocio, requeriría un enorme esfuerzo humano y técnico por parte de cualquier pequeña o mediana empresa. En definitiva, o pagas o tienes que optar por la “repatriación de datos” – así se llama el proceso a nivel técnico – desde la nube a infraestructuras “on-premise”, lo cual es una tarea compleja, cara y en algunos casos inabordable sin los conocimientos y voluntad necesarios.
- Referente a la IA, recientemente han saltado a la luz pública el claro sesgo – cuando no censura digital o manipulación intencionada – de las decisiones/resultados basados en servicios proporcionados por esas herramientas. Como ejemplo el último caso polémico del problema por los resultados producto de peticiones la herramienta generativa de Google llamada Gemini.
Hay otros factores adicionales a tener en cuenta como el coste de adaptación de las aplicaciones a la nube; la administración técnica de los recursos en nube, que se vuelve más compleja; las latencias de acceso y de respuesta en las peticiones, que se alargan debido a la lejanía del dato; sin olvidar la pérdida de control real sobre lo que está ocurriendo ahí arriba, etc.
Pero hay un último tema que no quiero dejar de mencionar… el aspecto humano. Todos estamos bastante cansados de los “Bots” de respuesta automática y los “Call Center” – si usted es de los que le gusta, mis felicitaciones -. Me permito afirmar que a pocas personas les agrada que al llamar a un servicio de soporte les responda una máquina, o que les pasen con uno o varios operadores y/o tengan que enviarles un “correo electrónico”/”abrirles un caso” de soporte para explicarles cuál es su problema real e iniciar los trámites para su resolución. Casi siempre se traducen en errores de comunicación. Tener tu propio departamento técnico sin duda hace más cálido, cercano y transparente ese tipo de cuestiones.
De momento ya les he dado suficientes argumentos sobre los que pensar.
¿Y Europa? ¿Qué pinta en todo esto?
¿Europa? ¿Servicios en la nube?… ¡Nada… no pinta nada!… Está definitivamente perdiendo el tren de la innovación. Disculpen que sea algo pesimista, pero de no mediar solución al respecto se va a quedar como el continente de las vacaciones culturales del resto del mundo. Me explico...
Ni uno solo de los proveedores consolidados de servicios en la nube que se ofertan se ha establecido/desarrollado por empresas europeas; tampoco ni un solo proyecto de “Generative IA” que se precie de tal ni que tenga el respaldo y solidez necesarias para convertirse en herramienta de uso extendido. De hecho, casi todas las que se exploran usan APIS (llamadas) a rutinas/servicios ofrecidos por los líderes de esas tecnologías. Sin duda, USA y China están liderando la carrera y cuando no, acaban “comprando” el talento que a nuestras universidades e instituciones tanto les cuesta producir.
¿Hará algo la Comisión Europea al respecto? ¿Nuestros políticos se tomarán en serio la cuestión antes de que sea demasiado tarde y dependamos de otros para el uso de estas tecnologías? Regular con normativas no es de recibo. Que la confidencialidad de los datos generados/almacenados en Europa sea de titularidad y exclusividad europea no garantiza nada, tan solo el marco legal; pero el conocimiento, la tecnología, los beneficios comerciales, administrativos y operativos y sobre todo el Know-How seguiría en manos de terceros, con la dependencia en que último extremo ello generaría.
Parece que el Gobierno Central español está promoviendo alguna iniciativa en ese sentido. ¿Llegará a buen puerto más allá de una pomposa declaración de intenciones?
A mi juicio Bruselas debería tomar cartas en el asunto. En fin, … TOC, TOC, … la “Soberanía del dato”. ¿Le importa realmente a alguien?
Consecuencias.
Si el camino hacia “las nubes de algodón” no se dirige con paso firme, y se mantiene un control férreo sobre los costos finales frente a soluciones autogestionadas, su uso acaba haciendo dudar hasta al más cuerdo de la conveniencia de mantener la apuesta.
La tendencia.
No es algo que diga yo… una búsqueda rápida les facilitará cientos de ejemplos sobre el interés generalizado en la “repatriación de datos”. Para ahorrarles el trabajo, he elegido algunos resultados fáciles de comprender. Si exploran los vínculos/informes que les presento a continuación:
Comprobarán que muchas empresas han emprendido el camino de vuelta hacia el uso de infraestructuras propias.
Confío en no haber derribado de un manotazo el castillo de naipes que nos han vendido acerca de la transición a la nube. No digo con ello que los servicios en la nube carezcan de sentido, pero sí que es conveniente analizar con detalle qué servicios alojar en la nube y cuáles mantener en nuestros propios CPD’s. Se trataría pues de aproximarse a un modelo híbrido, pero dando más peso a las infraestructuras propias, asegurándose de establecer canales ágiles de comunicación con los gestores de los procesos externalizados.
Les dejo como “deberes” una tarea: Pensar en las cuestiones que he planteado. Son tan solo apuntes y reflexiones del futuro que nos espera. Confío en ustedes para que saquen sus propias conclusiones y asuman el guante que les he arrojado. Nos vemos en un próximo artículo.
Un saludo, Damas y Caballeros.
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