Simuladores o la teoría de los castillos en el aire!!!

Simulador de vuelo - Museo del Aire de CuatroVientos

Seré directo, sin rodeos, contundente en mi opinión inicial: Nada puede suplir al entrenamiento real.

La formación puede ayudar a estar muy preparado respecto al funcionamiento de cualquier arma o a cómo enfrentarse a una determinada situación, pero, a mi juicio, así tan solo se obtiene una falsa sensación de confianza que puede ser fatal en combate. Hasta que no siente en sus carnes el peso de un arma – y la conciencia de sus consecuencias -, el estrés del combate y “la mugre” del campo de batalla uno no se da cuenta realmente de cuáles son sus capacidades efectivas de lucha y de si ese intento de capacitación mereció la pena.

Y por supuesto, no hay vuelta atrás. Frente a lo que sucede en una simulación, en un enfrentamiento real una derrota es una derrota. Se paga con la muerte o sucumbiendo a la furia y los deseos del contrario.

El artículo que les acerco ahora, mis ávidos lectores, trata de cómo los ejércitos modernos se preparan para la contienda y de las herramientas de formación que la tecnología pone su alcance para aprestarte a ella. Lo complemento con algunos artículos que recopilé hace años, pero que a pesar de su antiguedad considero de utilidad y relevancia. Pasaran además a engrosar el área de descargas de esta web.

Los PDF’s sugeridos son:

Pasen y lean pues:

Todos hemos jugado de pequeños imaginando ser aguerridos soldados con nuestros revólveres/ametralladoras de juguete y haciendo “pum, pum/rá tatá tatá” con la boca para simular el disparo de nuestra arma de pega tratando de defender una fortaleza… nuestro «castillo». Nos preparábamos para un futuro que en ese momento veíamos como un simple juego de niños, y del que solo conocíamos lo que habíamos visto en alguna que otra película. Me río pensando en las veces que me he tirado al suelo haciéndome el muerto tras recibir un “disparo” de mis vecinos, para después levantarme del suelo sacudiéndome el polvo… y, por supuesto, la impepinable reprimenda de mi madre al llegar “vivo” – entrecomillado adrede -, hecho un desastre a casa después del esfuerzo que había dedicado para vestirme como un pincel.

Hablando de “jugar a la guerra” me viene a la memoria esa icónica secuencia de “Terminator 2” en la que los protagonistas observan a dos niños jugando con pistolas de juguete:

John Connor: ¿No lo lograremos verdad? Me refiero a la gente…
Terminator: Está en vuestra naturaleza destruiros mutuamente.

¿Qué opinan ustedes? ¿Tenemos futuro?

En la vida real, en una pelea real, en un combate real… el ruido atronador de las armas difícilmente nos habría permitido levantarnos “vivos” y sacudirnos el polvo como si nada hubiese pasado.

En la práctica, los soldados juegan a ese mismo juego: Se preparan para el combate – con elementos “algo más sofisticados” que nuestras viejas pistolas de juguete – y luego comprueban en la realidad si ese entrenamiento mereció la pena, si consiguen sus objetivos – por ejemplo defender el «castillo» del espacio aéreo – o si al menos sobreviven para luchar un día más. Para rematar la analogía, no olvidemos por último a la “madre patria” – a los viejos políticos e incluso al pueblo al que defienden -, que después de la preceptiva “palmadita en la espalda” inicial los critican por el destrozo, el gasto de material militar y el desastre causado… al menos a los que consiguen regresar “vivos”.

El mundo de la simulación abarca toda la actividad de las Fuerzas Armadas y a grandes rasgos podría ser dividido en tres categorías:

    • Didácticos: Son adiestradores parciales que sirven para formar al alumno en el funcionamiento de un subsistema/instrumental determinado, como la navegación en un avión o la dirección de tiro de un carro de combate.
    • De instrucción y adiestramiento táctico. Suelen ser la réplica de un arma – como los lanzamisiles -, la representación de un instrumental o elementos mediante los cuales se realizan operaciones (defensa aérea, maniobras, guerra electrónica, etcétera) o la simulación de un sistema de armas – aviones, submarinos y carros de combate, entre otros -.
    • Los estratégicos. Dirigidos a la formación de alumnos del Estado Mayor, se les conoce también como Juegos de Guerra. Se utilizan para evaluar planes operativos en los que intervienen numerosos factores, desde la moral de un pueblo hasta la logística y el nivel de adiestramiento de las unidades de un ejército.

Es un mundo demasiado amplio para abarcarlo en un único artículo así que, aunque daré alguna pincelada general de otros sistemas, me centraré en el que por mis aficiones conozco mejor: Los simuladores de vuelo.

Simuladores de vuelo.

Ha pasado mucho tiempo desde que Ed Link crease en Link Trainer. También conocido como Blue Box, fue el primer simulador de vuelo construido. Lo construyó allá por el año de 1929 en Binghampton – Nueva York. Inicialmente era usado en parques de atracciónes, pero todo cambió unos años después. En 1931 obtuvo una patente y, después de que la que se conocía por entonces como Corporación Aérea del Ejercito de los Estados Unidos (Army Air Corp, germen de la futura US Air Force) perdiera seis pilotos en una semana en 1934, la demanda de mejora en la formación de vuelo llevó a que la necesidad de su simulador empezará a aumentar. Era poco más que una atracción de feria “bien hecha” pero permitió “salvar la vida” a muchos de los pilotos que después participarían en la Segunda Guerra Mundial.

Todos tenemos más o menos idea de lo que es un simulador de vuelo. Básicamente una cabina que reproduce los mandos de una determinada aeronave y un puesto de control que gestiona el ejercicio a simular. Entrarían dentro de la categoría de Instrucción y Adiestramiento.

En la actualidad el vuelo simulado ha alcanzado un nivel de realismo sobresaliente. La aproximación gráfica a la visión del espacio aéreo desde la cabina de un avión y el funcionamiento mecánico de la instrumentación y controles han llegado a tal nivel de fidelidad que los hace indistinguibles de la realidad, peeero… – siempre hay un “pero” – los que hemos tenido la oportunidad de pilotar alguna aeronave real, sabemos que en el aire las cosas se ven de manera diferente y se pueden salir de curso con cierta facilidad. El tiempo de reacción es fundamental, no hay segunda oportunidad, máxime cuando se trata de Matar o Morir… ¡Cazador o Presa!

Cuando un hombre – un soldado, un piloto – se enfrenta a ese dilema, la mente del ser humano recibe una tormenta de pensamientos, de sensaciones y hasta de pánico. Se suda, se acelera el pulso, los músculos se ponen tensos, se evalúan las circunstancias y finalmente se decide cómo reaccionar… Afecta…, vaya que si afecta; más aún cuando también se tiene que lidiar con las fuerzas G y la tensión mecánica que las forzadas maniobras de combate exigen al piloto. La tormenta de señales eléctricas que genera el organismo y los tiempos de reacción son medibles y repercuten sin duda al desenlace del combate.

Tengan claro que, usando la tecnología, se puede lograr el objetivo de adiestrar personal cualificado en el tiempo más breve posible, sin “riesgos” – el vuelo real siempre los tiene – y minimizando el gasto, para así seleccionar, evaluar y descartar a los candidatos ya desde las fases iniciales de su entrenamiento.

La gestión de la parte mecánica del combate – uso de los controles de vuelo, los sensores de armamento y electrónicos, envolvente de vuelo de las aeronaves enfrentadas, etc – puede repetirse hasta el infinito en los simuladores hasta conseguir automatizar y minimizar las décimas de segundo que el piloto tarda en decidir cómo actuar con el aparato… peeero mis apreciados lectores… si a eso le sumamos la tensión emocional del momento, el riesgo y el peso/lentitud de las decisiones humanas… créanme…, eso NO puede simularse… Hay que experimentarlo en un vuelo real, hay que sentirlo en las carnes… aunque sea mediante enfrentamientos de práctica.

Realidad virtual (RV)

Quedaría cojo cualquier artículo sobre simulación si dejase de dedicar al menos un apartado para examinar esta tecnología que se está imponiendo en el mundo de la simulación de vuelo, y que considero imprescindible para recrear con fidelidad el manejo de una aeronave de combate moderna como, por ejemplo, el EF-2000 EuroFighter del Ejército del Aire español.

Querría señalar que mientras redactaba este artículo he reescrito varias veces esta sección hasta que me he dado cuenta de que era imposible resumir, sin aburrirles con una larga parrafada técnica, todo lo que conozco y he investigado acerca del tema. Así que, en vez de ello, voy a contarles una experiencia propia. Por otra parte, les dejo al final del artículo un apéndice con algunas empresas que trabajan con ello y que os pueden proporcionar un contacto real con ese mundo. No son las típicas empresas del “juguete RV”, no son esos simuladores de PC a los que estamos acostumbrados, son empresas serias, son productos serios, son productos profesionales. Son, en definitiva, experiencias reales.

Les cuento pues.

En base aérea de Morón de la Frontera (Sevilla, OZP/LEMO), durante una jornada de puertas abiertas, tuve la suerte de probar un simulador RV del EF-2000. Mientras aguardaba mi turno, observaba sorprendido cómo alguno de los que los que lo iban experimentando terminaba tomando asiento y mareado al acabar la sesión. “¡Qué gracia!” – pensé -… hasta que fue mi turno.

Me sentaron en el asiento, me pusieron un casco de Realidad virtual, evidentemente no el carísimo e innovador casco Escorpión de la compañía francesa Thales con el que están dotando a los EF-18M Hornet españoles, y que integra en el visor sistemas de mejora de la conciencia situacional del piloto – Para los neófitos algo parecido al casco de Iron Man. Vamos… de ciencia ficción -, tras lo cual, desde la estación de control, dieron comienzo a la “demo”. Consistía básicamente en un sobrevuelo de la recreación virtual del propio aeródromo de la base aérea tratando de evitar al tráfico aéreo simulado… Entendí el porqué de los mareos que acababa de observar. Afortunadamente, además de que cierta experiencia en pilotaje de aparatos deportivos que me ha habituado a lidiar con la sensación de vértigo, me conciencié de que, a pesar del realismo de lo que estaban viendo mis ojos, todo era una ilusión visual, si… muy muy fiel… ¡pero no me estaba moviendo del sitio! Me descubrí intentando asomar la cabeza a través del «cristal de la cabina del avión” para mirar la pista de aterrizaje en tierra y a alrededor para tratar de esquivar las aeronaves que se aproximaban. Acabé… tan sentado como los demás y no llegué a marearme… pero faltó poco.

¡¡¡Me quedó claro sin lugar a duda que la RV es el futuro de la simulación de vuelo!!!

¿No sé qué opinan ustedes?, pero creo vuelvo a extenderme demasiado en la longitud del texto. Me han criticado por ello, aunque lo considero necesario si uno quiere abordar los temas con cierto rigor y detalle. Abreviaré, pero, como cierre, no pienso dejar de tratar el epígrafe que sigue.

Simulaciones de guerra, la IA en combate.

Hasta ahora hemos hablado de simuladores de “máquinas de guerra”, entiendo por ello un avión, un carro de combate, un buque de guerra, un MANPAD, un fusil, etc. Son elementos materiales finitos y concretos en los que se evalúa y simula un único elemento de combate. En los centros de entrenamiento se combinan varias unidades de un mismo elemento conectándolos en red para realizar entrenamientos en grupo o de coordinación de ataques. Son ensayos complejos que requieren un gran ancho de banda por el volumen de tráfico de datos, y una cantidad de procesamiento digital considerable, al que hay que sumar la potencia de cálculo necesaria para ejecutar la simulación en cada uno de los puestos individuales.

Así pues, extendiendo el paradigma, pongo ahora sobre la mesa la posibilidad existente de conectar varios simuladores de vuelo en red para efectuar combates virtuales. Estos no necesariamente tienen que encontrarse en la misma ubicación física. Pueden por ejemplo, estar situados en diferentes bases aéreas, simulando así misiones de transporte logístico con protección de cazas y/o reabastecimiento en vuelo. De hecho, la NATO está trabajando en la conexión simuladores de diferentes sistemas sintéticos para “linkarlos” y crear ejercicios de entrenamiento especializados más eficientes. Todo ello se trata en las IT2EC Conference, ferias de formación y simulación de Europa.

Es más, se pretende conseguir un Campo de batalla digital. Los simuladores conectados permitirían a los pilotos volar una guerra a gran escala. Soldados, marineros y aviadores podrían sumarse para trabajar juntos y recrear batallas enormes y muy realistas en línea. Al igual que los jugadores que juegan los últimos juegos de Call of Duty o Battlefield, podrán cooperar en una red en expansión de simuladores de alta tecnología. Usando las herramientas adecuadas y los últimos desarrollos, fabricantes tan reputados como Northrop Grumman y BAE Systems están haciendo realidad ese sueño virtual.

¿El precio de toda esta fantasía digital? Exhorbitante, pero piensen en lo que costaría un ejercicio real. ¡Piensen en lo que cuestan las maniobras conjuntas que hacen los diferentes ejércitos! Pero aun mejor… ¡Piensen el lo que costaría enfrentarse a un conflicto real con una tropa sin sus garras afiladas y pericia para usarlas con eficacia!

¿Y qué pinta la IA (Inteligencia Artificial) en todo esto?

Con esta pregunta me refiero a las herramientas de evaluación de riesgos y de toma de decisiones. No me refiero a esa IA – la WOPR – que aparece en la estupenda película “Juegos de Guerra” y que acaba ocasionando un verdadero caos en el centro de control del NORAD. Me refiero a productos serios que son capaces de aprender de las técnicas del enemigo e incluso, gracias a ello, anticiparse a sus movimientos.

Para el caso al que me estoy restringiendo en mi artículo hablaré de como una IA vence en combate aéreo a los mejores pilotos.

IA contra Piloto.

Más allá de la asistencia que proporcionan la electrónica de a bordo en un avión de combate – radares, IRST, contramedidas, GPS, electrónica de vuelo y diagnóstico, etc -, en lo que podría ser el comienzo de una nueva era y el fin de otra, y con el concurso de varias empresas y centros de investigación, incluyendo reconocidos contratistas de defensa – Aurora Flight Sciences, EpiSys Science, Lockheed Martin, PhysicsAI, SoarTech y Heron Systems -, un programa de software de inteligencia artificial (IA) derrotó a un piloto de caza del Lockheed Martin F-16 de la Fuerza Aérea de EE. UU (USAF) en cinco combates aéreos simulados.

Estas “derrotas virtuales” fueron la culminación del programa Air Combat Evolution (ACE) de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de los EE. UU. (DARPA), en un esfuerzo por diseñar un programa de IA que superase en las maniobras básicas de los cazas a un piloto humano de la USAF a los mandos de un F-16.

Antes de enfrentarse a un oponente humano, el programa se enfrentó con éxito a las IA de los demás concursantes… unos contra otros en varios escenarios de combate aéreo diferentes.

El programa de IA, llamado «Falcon», derrotó al piloto de combate en activo y graduado del Curso de Instructor de Armas F-16 en una serie de maniobras casi perfectas que aprovecharon la capacidad del programa de simulación para volar con mayor precisión y agresividad. “Falcon AI” fue desarrollado por el contratista de defensa Heron Systems – ahora Shield AI -. El piloto humano afirmó que el programa de IA no solo voló con mayor precisión, sino que reaccionó más rápido – Considero que a él lo obligó a dar lo mejor de si mismo… a ser mejor piloto… mejor cazador -.

Sobre la base de lo que se demostró en el programa ACE, la DARPA plantea encontrar formas de hacer que los pilotos tripulados y de IA colaboren mejor juntos en combate: los llamados equipos tripulados y no tripulados.

En mi opinión esta tecnología no se empleará solo como elemento de adiestramiento del piloto, sino que se integrará como futuro elemento de asistencia al combate en el equipamiento de control estándar de los aviones reales, permitiéndoles mejorar la “Kill Ratio” de ejército que lo utilice. Es más, anticipando un futuro plausible, si todos los bandos utilizan una tecnología similar se llegaría a convertir en una lucha entre IA’s!!!

Conclusiones.

Creo que ha quedado meridianamente claro que encuentro más que justificable el uso de la simulación para preparar, complementar y mejorar las capacidades de respuesta de los ejércitos frente a una situación de conflicto, pero – permítanme insistir – considero imprescindibles la ejercitación real de las técnicas simuladas para comprobar que teoría y práctica encajan en las predicciones formativas que los altos mandos estiman durante la fase de adiestramiento de sus tropas.

Fin.

Vivimos en un mundo en el que la economía prima sobre todos los demás intereses, y entiendo que es necesario optimizar el gasto en la preparación del personal militar de cara a anticiparse y/o mejorar el tiempo de reacción frente a las posibles situaciones de combate. La simulación ayuda, pero como corolario tengo para ustedes una frase de Eric Fromm:

“El proceso de aprender un arte puede dividirse convenientemente en dos partes: una, el dominio de la teoría; la otra, el dominio de la práctica.”

A lo que apostilla Benjamín Brewster:

“En teoría, no hay diferencia entre práctica y teoría. En la práctica, si la hay.”

Así que no abandonemos el ejercicio práctico y verificación real de las habilidades que deben poseer nuestros soldados y no vendamos sus – y nuestras – almas – salvaguardadas por las de ellos – a los “cantos de sirena” de la simulación. Podemos estar construyendo un castillo en el aire que se desmoronaría a la menor brisa de viento real.

Un saludo, Damas y Caballeros.

P.d.: Mencionar que la Federación Andaluza de Deportes Aéreos convoca anualmente el Campeonato de Andalucía de Vuelo Simulado – modalidad Duelo – usando el simulador de vuelo de combate “IL2-Sturmovik”, en el que uno de mis compañeros del Club ha quedado segundo. Felicidades!!!

Apéndice:

Simuladores de vuelo profesionales. Visiten entre otros:

😮

To all that suffered!!!

Estaba preparando un nuevo artículo para este vuestro blog que pensaba publicar en cuanto hubiese terminado de documentarlo, pero a veces las circunstancias o acontecimientos sugieren sus propios caminos.

El que voy a recorrer ahora… no, no trata de analizar las consecuencias, en el “statu quo” militar del «imperio británico», del recientemente acaecido deceso de la inmensa e indescriptible figura de la Reina Isabel II de Reino Unido, personaje sin parangón en la historia del mundo actual. A pesar de no estar destinada a ser reina, la abdicación de su tío Eduardo VIII la situó como heredera en la línea sucesoria británica. Su fuerte carácter la llevo incluso a enfrentarse a su padre, el rey Jorge VI, para poder unirse al ejército británico, al que finalmente se incorporó en el Servicio de Mujeres del Territorio Auxiliar, llegando a alcanzar el grado de Comandante Junior. Colaboró en la defensa de su país durante los tristes días de la Segunda Guerra Mundial y, tras su finalización, ha defendido como nadie los intereses británicos y la institución monárquica.

Entiendo que los súbditos británicos se sientan orgullosos de ella… no es para menos.

Lo cierto es que el motivo por el que les escribo está relacionado también con el fallecimiento de personas ilustres y con la segunda guerra mundial. Les explico.

El viaje.

Tenía en mi lista de “viajes/tareas pendientes” dos cuestiones:

  • Mantener viva la llama de una vieja amistad visitando a un buen amigo y excompañero de trabajo, residente ahora en La Haya.
  • Como buen aficionado a la historia militar, visitar el Cementerio y monumento estadounidense de Luxemburgo, que contiene los restos de 5.076 militares estadounidenses muertos en la Segunda Guerra Mundial, la mayoría durante la Batalla de las Ardenas que se libró entre el invierno de 1944 y el verano de 1945. Y, en especial, detenerme a contemplar la tumba del general George Patton, renombrado militar cuya influencia fue tan decisiva en la campaña militar estadounidense como lo ha sido el reinado de reina Isabel II para la política británica actual.

Así que cuando decidí a dónde viajar durante mis vacaciones… “Los países bajos” fue el destino elegido.

Dejo la cuestión de mi excompañero para el ámbito personal, pero de lo que si les voy a hablar es de lo que representó mi corta visita al mencionado cementerio, motivo por el que les traigo este post.

Impresión

No sé si ustedes habrán visitado este o algún otro cementerio militar de la segunda guerra mundial, como por ejemplo los que se encuentran en Normandía. Confieso que yo no, este ha sido el primero. Pero si admito que me hacía especial “ilusión” – lo pongo entrecomillado por un motivo que expondré más adelante -.

Al llegar al lugar, encontré un escenario Im-Presionante… de película. Un recinto elegantemente cercado, al que se accedía a través de una suntuosa reja coronada por dos refulgentes águilas americanas doradas. Una “mole” en forma de soldado americano vigilaba la puerta de acceso. Una pequeña caseta que hacía de centro de interpretación del recinto y su significado. Y tras ella, el camposanto en sí.

El lugar está oficialmente declarado territorio americano. El honor y la honra a sus caídos brilla mires donde mires. El césped verde claro cortado al milímetro. Las lápidas blancas, impolutas y perfectamente pulidas. Los nombres de los soldados grabados en cada una de ellas al bajorrelieve. Y la bandera americana ondeando al viento… ciertamente los americanos saben cuidar esas cosas, el aspecto general del recinto era de cine… literalmente.

Vigilancia.

No observé feas cámaras de vigilancia estorbando la “puesta en escena” del cementerio, pero, conociendo el valor de lo que allí se guarda, seguro que habría algún avanzado sistema de grabación de video discretamente situado controlando el perímetro. Lo que sí resultó evidente y notorio fue otra “mole” de soldado, siguiéndonos y supervisando a aquellos que, como yo, recorríamos el recinto empapándonos de lo que representaba – muy amable y atento a nuestras preguntas, pero siempre ojo avizor, pendiente a lo que sucedía alrededor -.

En contexto.

Quizá os sorprenda el enfoque que le voy a dar a este apartado… bastante alejado de la vertiente militar…

Os pregunto: ¿Sois supersticiosos? ¿Creéis en las “energías”?

No tengo claro qué mecanismos gobiernan al alma y el pensamiento humanos, tampoco el poder que la sugestión ejerce sobre el pensamiento – Todos los aficionados a la temática militar estamos claramente influenciados por la avalancha de información y contenidos relacionados con la muerte en combate, y en particular sobre todo lo acaecido durante la segunda guerra mundial -. Así que quería ahora haceros especial hincapié en lo que sentí al estar allí, pisando ese inmaculado verde césped cubriendo  los restos de los soldados que participaron en el conflicto.

Fue algo extraño, algo que solo he sentido el otro lugar similar, la sala de incineradoras del complejo principal del campo de concentración Auswitch-Birkenau. Era algo que se palpaba en el ambiente. Era algo que me constrenía el corazón. Era… quizá el saber que allí se encuentran los restos de personas que dieron su vida por defender la libertad.

¿Creen ustedes que sus espíritus están allí aun gritando su dolor o quizá silenciosamente advirtiéndonos de las consecuencias de una guerra?

No sé, no puedo explicarlo… pero algo que me sobrecogía emanaba del lugar. Si alguna vez lo visitan, por favor confírmenme si sienten algo parecido.

El soldado.

Mientras caminaba por allí, pensé en los soldados yacían enterrados. Al acercarme a las tumbas me fijé en una en particular, la del soldado judío con cuya fotografía que ilustro esta entrada: Michael Rakoff, nacido en 1905 y muerto en 1944.

Apenas he encontrado datos acerca de él. 39 años, bastante joven. Ninguna fotografía suya. Escasamente su fecha de nacimiento, 23 de Julio de 1905 y una referencia a su historial militar en el que se indica que se trataba de un soldado condecorado con, entre otras medallas, el Corazón Púrpura. Se alistó en el ejército de los Estados Unidos donde sirvió con valor como soldado de primera clase en el regimiento de infantería 317 hasta su muerte en acción el 26 de diciembre del 44… Un fallecido, una persona muerta… un “ya no podrá ser”. Me pregunté cómo habría sido su muerte… – cerré un momento los ojos -…,  si le dio tiempo a darse cuenta, qué pensamientos pasaban por su cabeza mientras se desvanecía, qué proyectos dejó en el aire, a qué personas queridas abandonó…

Y así hasta 5.076 soldados… ¡Piensen!… Cinco mil setenta y seis almas destrozadas. Cinco mil setenta y seis vidas segadas traumáticamente. Cinco mil setenta y seis futuros cortados de raíz… Es verdad que ellos sabían a lo que iban… peeero… no es excusa.

Regresaba en coche de vuelta al hotel considerando lo que allí había visto… Imaginé una pequeña población, imaginé cinco mil setenta y seis asistentes a cualquier evento… ¡Imagínenlo ustedes!… Muuucha gente, muuuchas personas… Todos de pie, todos en fila, todos sonrientes… y pocos minutos después… sus cuerpos yermos, tirados en el suelo, muertos… Me costó trabajo sobreponerme a ese pensamiento.

Como siempre he dicho: La guerra es un interesante fenómeno que estudiar, pero de trágicas consecuencias.

General Patton.

Entre todos los soldados enterrados en el lugar sin duda habría muchos hombres de valientes y con agallas, pero entre todos ellos destaca especialmente la figura del hombre cuyo célebre pasado me dio el motivo definitivo para visitar dicho cementerio militar: El general George Smith Patton.

Si antes les hablaba del fuerte carácter de la reina Isabel II… el del General Patton estuvo como poco a su altura. Curiosamente no murió durante la batalla de las Ardenas, ni siquiera durante la segunda guerra mundial sino tras ella en un triste accidente de tráfico. Pese a que muchos lo vieron como un guerrero puro y feroz con lo que se ganó el sobrenombre de “General Sangre y Agallas” – «nuestra sangre y sus agallas», decían algunos soldados -, la historia lo ha dejado con la imagen de un brillante, pero solitario líder militar salpicado por insubordinaciones, transgresiones y periodos de cierta inestabilidad emocional.

Fue sin duda una figura emblemática, polémica, pero que se ganó el respeto de todas las tropas que lucharon bajo su mando e incluso el de las que luchaban contra él.

Siempre recordaré la excelente película de 1970 en la que George C. Scott encarnó la figura del general. Os la recomiendo… peliculón a mi juicio.

Me situé frente a su tumba… que preside el camposanto… y le presenté mis respetos.

Honrar a los muertos.

Cuando un país, una nación, un estado… envía a lo mejor de sus ciudadanos, lo más florido de su juventud, lo más granado de sus militares, a una guerra sabiendo que corren el riesgo de no regresar, es de recibo que se recuerde de alguna manera su sacrificio.

En la antigüedad se creaban leyendas, de escribían cantares, se pintaban gigantescos cuadros escenificando la rendición del enemigo para decorar los salones del reino, se componían épicos poemas glorificando el valor de sus soldados. Ahora, un mundo enfocado a lo visual, a lo “peliculero”, se ha creado semejante lugar para honrar a sus caidos en acto de servicio. Un escenario a la altura de la pérdida que sufrieron y que cuidan con mimo para recordar el legado de su sacrificio… el legado de la sangre y las agallas.

Salí de allí caminando, contento por haber cumplido uno de mis sueños, pero jodido… bien jodido… por la impresión que me causó saber que bajo la tierra que pisaba se encontraban los cadáveres de gente que con toda seguridad no se merecían el final que tuvieron.

Cementerio alemán.

Mientras recorría el camino de salida del recinto noté un pequeño cartel indicador de que a apenas a unos kilómetros se encontraba el Cementerio Alemán… el cementerio del bando contrario. Lo había buscado días antes en internet y parecía un lugar interesante para complementar la visita. Pregunté al guía qué tal estaba y si podríamos visitarlo. Me respondió que estaba bastante descuidado, algo dejado de la mano de dios y que no merecía la pena. En cualquier caso, me hubiese gustado visitarlo – queda pendiente -. También dieron su vida por su país, también merecían su reconocimiento – Di-Ez-Mil No-Ve-Cien-Tas Tre-Ce tumbas – 10.913 -,… sin palabras.

Epílogo.

La respuesta del guía me hizo pensar en la diferencia de trato respecto a sus caídos de vencedores y vencidos. Como unos encumbran a sus héroes y otros prefieren dejar correr un tupido velo.

Me hizo pensar en la Guerra Civil Española… en el “Spain is different” – no la frase de Fraga, sinó esa característica manera de hacer las cosas tan imbuida en nuestra idiosincrasia -, en el Valle de los Caídos

¿Qué tiene que pasar en España para que dejemos de utilizar nuestros muertos como arma arrojadiza? ¿No merecen un lugar en el que se les recuerde? ¿Qué tenemos que hacer para que simplemente se les reconozca que en cada bando se luchó por lo que en ese momento creían justo? ¿Qué pasa?… ¿Que parece que ahora los únicos muertos que importan son los del bando republicano?… A la mierda!!!

Me marché despacio, en silencio…. Dejé en el libro de visitas de la caseta de entrada mi propia nota de respeto… “To All that Suffered”!!!

Un saludo, Damas y Caballeros.

P.d.: Espero que no les haya asustado mi “insulto” final, soy una persona bastante moderada, pero también tengo mi temperamento. Confío en tener listo en pocos días el artículo del que les hablé al principio.

😥