Mujer, guerra y cine: La espía roja!!!

Hoy introduzco una nueva variante en este vuestro blog mis queridos lectores. Toca hablar de cine… de cine bélico en concreto, pero no en el sentido estricto de la palabra – espectaculares desembarcos, violentos combates o aguerridos soldados, ¡no! – sino como hilo argumental sobre el que está tejida la trama de la película que les presento. La cinta trata acerca del curioso papel de una especial mujer durante la guerra fría.

Quizá alguno de mis lectores habituales piense que el tema del que les voy a hablar no encaja en la temática a la que les tengo últimamente acostumbrados. Quizá alguno llegue a pensar que me estoy subiendo a esa ola que barre las costas del “pensamiento moderno” haciendo énfasis en el empoderamiento de la mujer – y que tan catastróficos resultados está teniendo para la pacífica convivencia entre hombres y mujeres -.

¡Y es cierto!… surfeo aprovechando la actualidad política y social… de manera accidental, pero reconozco que no les falta parte de razón al pensar así de mí. Tengo varios motivos para escribir este artículo, lo entenderán enseguida:

  • Primero, en todo conflicto bélico, los servicios de inteligencia y sobre todo el espionaje han jugado papeles fundamentales a lo largo de la historia de la humanidad. En nuestro caso también durante el desarrollo de la bomba atómica, marco en el que se encuadra la película de la que trata este Post.
  • Segundo, el próximo estreno de un film sobre la vida de Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica americana.
  • Tercero, la carta que Vladimir Putin ha colocado sobre la mesa de la geopolítica internacional con la amenaza del posible uso de armamento nuclear táctico en el conflicto de Ucrania.
  • Cuarto, que había pedido a dos personas relevantes – un caballero y una dama – que colaborasen con mi blog escribiendo acerca del papel de la mujer en la guerra. Estoy decidido a hablar de ello – de ellas – … y – si finalmente aceptan mi propuesta – mientras espero sus artículos – tener paciencia cuesta, las demoras suelen ralentizar nuestros planes – yo mismo vuelvo a tratar el tema.
  • Quinto, usarlo como carta de presentación del debate de un cinefórum en el que participo.
  • Y sexto, los soldados y, por supuesto, los espías son seres humanos… y tienen sus razones para actuar como lo hacen. Mas o menos justificables, pero las tienen. Precisamente la película que les acerco aborda sus motivaciones en profundidad y, como saben, este blog plantea la temática militar con un claro enfoque humanístico, por lo que la cuestión está servida.

Aviso: Hasta llegar al apartado de conclusiones, el texto que les presento está lleno de spoliers.

Procedamos pues.

Se puede contar mucho acerca del espionaje a lo largo de la historia, pero centrémonos en la época en la que se desarrolla la película…

Tras la Segunda Guerra Mundial, después de un cierto – y muy breve – periodo de reconciliación y hermanamiento entre las potencias vencedoras, comenzaron a aflorar las ansias de poder y las tensiones entre occidente y el bloque comunista. Hasta que estas se hicieron claramente patentes y a occidente no le quedó más remedio que tomar medidas, Iósif Stalin – hábil negociador – y sus servicios secretos se aprovecharon de la pueril inocencia occidental para robar todos los secretos militares que pudieron.

Sus métodos fueron de lo más variado, desde la tortura más salvaje a los más infantiles errores del bando contrario. Como prueba de esto último pongo el ejemplo de cómo se hicieron con parte de la tecnología de aleaciones de los motores a reacción británicos:

Los rusos habían capturado la tecnología de motores a reacción alemanes usados en aviones como los Messerschmitt ME-262 y los Arado AR-234. Basándose en ella desarrollaron el primer avión de combate a reacción ruso, el Mikoyan Gurevich MIG-9. Este era claramente inferior a los últimos desarrollos británicos. Sabían que si querían superarlos debían hacerse con los secretos de sus motores. Así, en aras de la vanidosa hospitalidad británica – y para escarnio del atraso ruso- se acordó una visita de cortesía a la fábrica de motores inglesa Rolls-Royce. Ciertamente, los “invitados” comunistas impresionados no tuvieron más remedio que reconocer la superioridad de sus innovaciones, pero – y aquí viene la “gracia” – mientras paseaban por las instalaciones, en la goma de su botas – especialmente diseñadas – se llevaron adheridas virutas de las aleaciones del metal con las que se fabricaban sus motores. Una vez en la madre patria, los expertos en metalurgia rusos las analizaron y … el resultado es de sobra conocido: El MIG-15, desagradable sorpresa, que dio muchos… pero que muchos… quebraderos de cabeza a los aliados en los cielos durante la Guerra de Corea!!!

La Espía Roja.

¡Jaaa, ja, jajaja!… mucho, me he divertido mucho leyendo las críticas a la película que los aficionados al cine han vertido sobre la misma en Filmaffinity

Si, correcta, pero… ciertamente – a pesar de que tanto el director Trevor Nunn como Sophie Cookson y, sobre todo, la genial Judi Dench (interpretan a una Joan Stanley joven y anciana respectivamente) hacen lo posible por salvar la cinta – no es una gran película. Coincido con los críticos en que es bastante convencional y que carece de la profundidad que una historia como esa se merece, pero defraudaría a mis lectores si me limitase a hacer una crítica cinematográfica “clásica” – para ello tienen las respuestas que les mencioné antes y otras muchas que a buen seguro pueden localizar en la web –, así que léanme ahora atentamente.

La bomba atómica… ¡Qué cosa! Muchos, muuuchos dudan de que fuese necesario su uso sobre Hiroshima y Nagasaki para precipitar la rendición del ejército japones en la segunda guerra mundial. Mi opinión al respecto es ambivalente, tengo motivos a favor y en contra de lo que finalmente ocurrió.

Japón estaba vencida militarmente, pero… ¿quién sabe cuántas muertes y sufrimiento por ambos bandos hubiese costado la conocida obstinación japonesa por morir con honor matando y la americana por salirse con la siempre con la suya?

De lo que estoy absolutamente seguro es de las horribles consecuencias que tuvo su uso. El terror sin medida, la destrucción hasta niveles inconcebibles de todo y de todos, las consecuencias para vencedores y vencidos, las responsabilidades morales de sus acciones, tanto por haber dado lugar a su uso como por el pesar por las muertes ocasionadas… ¡Ufff! Demasiado peso sobre los hombros de la humanidad, … lo que me impulsa a esperar impacientemente el estreno de la película sobre Oppenheimer padre del artefacto y que ha rodado el afamado director Christopher Nolan.

Estaba claro que un arma tan poderosa podría inclinar la balanza hacia el bando que la poseyese, y guardar sus secretos se convirtió en tarea fundamental de los servicios secretos tanto americanos como británicos que, como narra la cinta, trabajaban en paralelo por convertirse en los primeros es poseerla. Se adelantaron por supuesto los americanos gracias al Proyecto Manhattan. Los británicos por su parte, y como muestra la película, pusieron todo su empeño en alcanzarlos y poseer tan preciada arma. Los soviéticos, que por culpa de la revolución rusa habían descabezado lo mejor de su comunidad científica, tuvieron que recurrir posteriormente a los científicos alemanes capturados y a sus muy eficaces servicios de espionaje – su famosa KGB se crearía años después (1954) de su primer ensayo nuclear (1949) -.

La juventud y la moda… ¡Qué cosas! Es cierto que juventud, moda y mujer son conceptos fuertemente ligados.

La juventud siempre lleva aparejados los conceptos de rebeldía y de transgresión. En la época de la película, la estricta política y moral británicas y el rol tradicional de la mujer invitaban a la juventud a saltarse las normas establecidas y romper barreras. Participar en foros progresistas y aventurarse en las delicias de sexo se convirtió en moneda de uso común en los ambientes universitarios. Reconozco abiertamente cómo la película alaba el mérito de la mujer protagonista en su lucha para ser reconocida más allá de su valor como simple secretaria, papel que en general otorgaba la sociedad a cualquier mujer con “algún estudio”. Ella demuestra ser capaz de mucho más, haciendo sutilmente gala de sus conocimientos científicos en un momento clave del desarrollo del arma nuclear.

En estos días se hace especial énfasis en la importancia del empoderamiento de la mujer, la película es claro ejemplo de ello. Lo demuestra el hecho de que el peso de la acción lo llevan las féminas. Tanto la protagonista Joan Stanley, como Sonya – la espía rusa interpretada por la actriz Tereza Srbova – tienen poderosas razones para actuar como lo hacen, una movida por las alas de la “buena” conciencia y la otra por su fidelidad a la patria rusa. Los hombres son notoriamente personajes secundarios a los que la cinta les da protagonismo circunstancial, siempre a la sombra de las inteligentes mujeres que los circundan. Se trata sin duda de una reinterpretación – tan de moda – de la realidad del pasado bajo el prisma de las corrientes de pensamiento actuales… Dudo que en esa época las cosas hubiesen sucedido tal y como se relatan.

Amor y manipulación… ¡Qué cosas! Cuando uno piensa en espionaje – situémonos en la época, no en la actualidad con sus avanzadas tecnologías -, inmediatamente acuden a la imaginación los dispositivos y las técnicas más sofisticadas: Pinchazos y sistemas de escucha telefónica/radioeléctrica, sofisticadas minicámaras de carrete en miniatura, alguna que otra droga/suero de la verdad y, por supuesto, muuucho alcohol y cama. !Pero no!… La película demuestra que sin necesidad de tanto artilugio la simple ingeniería social y las técnicas control y manipulación basadas en “la mujer” han resultado – y resultan siempre – una de las herramientas básicas, menos costosas y de mejores resultados tanto en el ámbito la recopilación de información de inteligencia y como en la captación de agentes encubiertos. Habla además de dos tipos de mujer – dos tipos de espía -, el alma cándida que se deja manipular y captar, y la perversa falsa amiga de doble cara que maneja la psicología del ser humano como el más afilado de los puñales.

Me pregunto si usar el arma del “amor” de una mujer por un hombre, o de un hombre hacia una mujer, es algo lícito. El amor confunde a cualquiera, bien porque nubla la capacidad de apreciar la realidad, bien porque la pasión desatada hace valorar más al objeto de la pasión que a la traición que supone dejarse arrastrar por sus consecuencias. Como arma de ingeniería social tanto Leo Galich – interpretado por Tom Hughes – el “príncipe azul” de Joan como su futuro marido Max – interpretado por Stephen Campbell – consiguen de ella en primer lugar, que “comprenda y acepte” los argumentos del amante comunista en pro de compartir los secretos militares con los rusos y, en segundo lugar que no confiese la traición a su país; el marido no denuncia a las autoridades la culpabilidad de su amada frente a las acusaciones de revelación de secretos militares con las que él acaba cargando a sus espaldas – estereotipos de la débil mujer corroída por el sentimiento de culpa y del hombre en su eterno papel de protector de las damas -. ¿Cómo se quedan?

¡Qué arma tan poderosa un beso!

Culpa y Familia… ¡Qué cosas! Vivimos en una época en la que todo parece permisible… el concepto de culpa está en extinción, en buena medida debido a una falsa interpretación del término “daño emocional” por el que se pretende evitar el sufrimiento que produce en el infractor el sentimiento de culpabilidad y, por otra parte, debido a esa corriente de pensamiento en la que para casi todo se puede encontrar una perspectiva desde la cual cualquier razonamiento nefando pueda tener cierta lógica. El primer argumento es usado en el mundo de la psicología y el segundo es usado por el mundo de la abogacía para defender hasta al más criminal de los reos.

Al principio de la película la anciana protagonista intenta negar los hechos frente a su hijo Nick – interpretado por Ben Miles -, abogado de renombre, que se niega a creer que su madre hubiese traicionado a su país. Entiendo que nadie en su sano juicio pueda pensar que una mujer, una madre, una “inocente” viejecita, sea culpable de semejante felonía. Pero hacia el final de la película, cuando se hace patente su evidente culpabilidad, al hijo abogado se le derrumba esa imagen idealizada que tenía de su progenitora y, como profesional en ejercicio, se le plantea el dilema moral de si es coherente defender a semejante ser merced al vínculo familiar que lo une a ella.

Es de sobre conocido por todos que Adolf Hitler se suicidó en su búnker en Berlín cuando dio la guerra por perdida… pero me planteo la siguiente ucronía:

Imaginen que hubiese tendido hijos con Eva Braun. Eva – y supongo que también Adolf – probablemente los habría tratado con todo el cariño y mimos de los que una madre es capaz, intentando ocultarles los locos derroteros por los que su padre estaba conduciendo a la nación. Los habría tratado de proteger, probablemente escondiéndolos en alguna granja remota de Baviera a la espera de la derrota final. Allí, apartados de las bombas y de los disparates de la guerra, conservarían un hermoso recuerdo de sus progenitores. Pues bien…. Suponiendo que al final de las hostilidades de alguna manera hubiesen sobrevivido, cuando los hijos hubiesen sido mayores… ¿Cómo mirarían al padre? Y… ¿Cómo justificarían que la madre llegase a enamorarse de un individuo que fue capaz de llevar al holocausto a media Europa? ¿Qué cara se les quedaría?

¿Es el vínculo familiar lo suficientemente fuerte como para perdonar cualquier aberración? En nuestra película… ¿Un hombre de ley, amante de su país – y de su madre -, tendría la serenidad de considerar una posible justificación legal para tan desleales actos? ¿Qué motivos personales lo llevaron al final a optar por defender a la madre? ¿Algún argumento legal, o el peso de la familia? Pero… ¿ y Ella?… Joan, !una mujer!… ¡Una mujer inteligente y formada!… ¿Acaso no se daba cuenta de lo que estaba haciendo o no consideró las consecuencias?… ¿No cometen errores imperdonables?… ¡En fin!…

Conclusiones.

La película, los hechos y la mujer en la guerra dan para todo un libro, pero es hora de ir acabando. No he hablado para nada del vestuario, de la fotografía, de la banda sonora, ni de otros componentes habituales de cualquier análisis cinematográfico. Por el contra, les animo a ver la película… pero… mírenla con actitud crítica y piensen como habrían actuado ustedes en circunstancias similares. Tengo mis dudas al respecto, pero me inclino a pensar en que por mucho que se intente justificar la actitud de los protagonistas y sus decisiones, a buen seguro, estas violarían ese principio universal que se expresa en la frase de Mahatma Gandhi:

«La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía.»

No les podía dejar sin una última apostilla, ¿eh?

Por otra parte, no dejo de pensar en que quizá Melita Norwood – personaje real en el que está basada la película – tuviese razón. No sé cómo acabó la historia de la figura real, pero lo que sí sé es que desde finales del 45 llevamos un periodo de “cierta” calma – con deshonrosas excepciones – en el que la guerra fría y la amenaza de aniquilación mutua ha mantenido los conflictos “contenidos” y restringidos en su extensión, peeero…

Cierro los ojos y sacudo la cabeza en desacuerdo conmigo mismo… la amenaza nuclear es demasiado peligrosa. De hecho, ahora está sobre el tablero de juego ucraniano… y China, Corea del norte, Irán – aún no la tiene, pero no dudo que la vaya a conseguir – y otros países no creo que se lo piensen demasiado a la hora de usar el arma nuclear.

Todo parece un avispero a punto de estallar… ¿Quién sabe si no hubiese sido mejor mantenerse calladitos y los secretos militares… secretos?

Un saludo, Damas y Caballeros.

P.d.: De nuevo les invito a atreverse a redactar una colaboración desinteresada para ser publicada en este blog… ¡y ser señalados por ella! ¿Se animan?

😎

To FCAS, or not to FCAS, that is the question!!!

Buenos días/tardes\noches, mis queridos lectores. El tema que les traigo en esta ocasión no puede parodiar de mejor manera al significado de aquella frase que William Shakespeare acuñó allá por el siglo XV en la primera escena del acto tercero de Hamlet. Dicha frase es usada y considerada como síntesis de los procesos mentales de indecisión y duda.

El Futuro Sistema Aéreo de Combate o FCAS (siglas del inglés Future Combat Air System) es el sistema de sistemas de combate europeo que están desarrollando entre Airbus, Thales Group, Indra Sistemas y Dassault Aviación. El FCAS constará de un Sistema de Armas de Próxima Generación (en inglés, Next-Generation Weapon System, NGWS) así como otros elementos aéreos concebidos de cara al previsible futuro espacio de batalla operacional.

Los componentes del NGWS serán vehículos operados remotamente (enjambres de drones) así como un nuevo caza de sexta Generación (en inglés, New Generation Fighter, NGF).

Antes de entrar al trapo, quisiera hacerles notar algunas ideas de “pensamiento lateral” que vienen al caso respecto al proyecto de avión de combate que les presento hoy.

  • En primer lugar, la cierta “proximidad sonora” del término FCAS y la palabra castellana “Fracasar”. Créanme o no, pero la Unión Europea se juega demasiado con este proyecto. Si son pacientes en unos párrafos lo argumentaré adecuadamente.
  • En segundo lugar, Shakespeare, alias “El bardo”, fue un escritor británico, y precisamente una coalición de empresas lideradas por el Reino Unido compiten trabajando en una aeronave de características similares.
  • En tercer lugar, son conocidas las múltiples ocasiones en que el gobierno anglosajón ha torpedeado las iniciativas industriales europeas en beneficio propio.
  • Por último, y tal como sugería al final del primer párrafo de este “post”, es señalada la indecisión y lentitud en la toma de decisiones de calado que recurrentemente afecta a nuestra Comunidad Europea.

Todos estos factores y otros más que expondré a continuación han hecho que estuviese a punto de titular este artículo… “El culebrón FCAS”. Pero, a pesar de lo cercano metafóricamente hablando de esta propuesta de título a la realidad de lo acontecido hasta ahora con el futuro Sistema Aéreo de Combate, mi aversión a cierto tipo de prensa sensacionalista, al estilo comunicativo de esos medios y a los novelones/series rosa, me hizo pensar que ese enunciado ahuyentaría a algún que otro lector, pues degradaría la imagen de calidad y seriedad con que suelo abordar los contenidos de temática militar que os propongo.

Tras esta obligada introducción, paso ahora a plantearles mi punto de vista de este proyecto tecnológico.

El porqué del FCAS.

Parece que no, pero el tiempo pasa y las predicciones se cumplen… ¡la ciencia ficción ha llegado! Aquellas tecnologías que vaticinaban películas como la reciente “Top Gun: Maverick”, “Stealth: La amenaza invisible” entre otras, o incluso la más antigua “FireFox, el arma definitiva” de Clint Easwood, están a día de hoy materializándose.

Firefox” presentaba un avión capacitado para alcanzar velocidades increíbles; ofrecía una maniobrabilidad jamás soñada por los ingenieros de aviónica occidentales, y poseía un sistema de armas tan futurista que bastaba el pensamiento del piloto para accionarlo. “Stealth”, presentaba los avanzados aviones invisibles A-37 Talon y a “EDI UCAV” un dron de combate tipo Loyal Wingman dirigido por una IA (inteligencia Artificial). “Top Gun” nos muestra el DarkStar hipersónico con motores mixtos de postcombustión turbojet/low-bypass y scramjet… Si, todo ello parece ciencia ficción, pero… ¡no lo es! Todas esas tecnologías están ya aquí, son reales y o bien están ya probándose en túneles de viento/prototipos, o bien algunas de ellas están a poco tiempo de salir a luz pública en forma de aeronaves reales.

¿Por qué?, preguntaba en el título de este apartado. ¿Frente a ello qué tiene Europa? ¿El EF-2000 Eurofighter Thyphoon?… ¡No me hagan reír, por dios! ¡Un avión diseñado en los 80! Por cierto, apenas furtivo según los estándares actuales. No digo que no sea uno de los mejores cazas de su generación (4++), y si… ha vencido en «alguna ocasión» al afamado Lockheed Martin F-22 Raptor – siempre en condiciones ventajosas para el EF-2000 -, tiene cierto porcentaje de materiales compuestos que reducen su reflejo de ondas de radar y se está intentado mantener actualizado gracias a las diversas etapas/tranches con las que se está desarrollando su célula y aviónica, pero tecnológicamente se trata de una plataforma obsoleta en los disputados futuros escenarios de combate previsibles.

Si no se quiere perder el carro de la innovación, la industria aeronáutica europea necesita un reemplazo YA. Ténganlo claro:

No se trata tan solo de un tema puramente de defensa, sino también industrial.

Y no soy el único que piensa así!!!

La industria aeronáutica europea.

Podría hablar de inmnesa la herencia aeronáutica de la vieja europa, pero centrémonos en el ahora.

Si bien la industria alemana soporta prácticamente en solitario el liderazgo en desarrollo e innovación a nivel de armamento de tierra y carros de combate (fundamentalmente Rheninmetal), en cambio la industria aeronáutica europea está liderada por el consorcio Airbus formado por Francia, Alemania, España y el Reino Unido. Fruto de él tenemos aviones militares como el A400M Atlas o en EF-2000 Eurofighter, ambos, proyectos muy ambiciosos que han estado sometidos a no pocas polémicas políticas a lo largo de sus respectivos procesos de desarrollo. El futuro FCAS tampoco iba a estar exento de dichas polémicas.

Tensión Dassault/Airbus.

El chauvinismo francés, siempre ha sido fuente de tensión político-militar, como muestra tienen la turbulenta época en la que Napoleón Bonaparte pretendía regir el destino del mundo. Su creencia en la superioridad y excelencia tanto de sus ciudadanos como de sus creaciones ha dado algún que otro disgusto al pueblo francés ya en el pasado. Durante la Segunda Guerra Mundial sus defensas de la Línea Maginot cedieron como la mantequilla ante el empuje de la apisonadora alemana, y los aviones de diseño francés fueron barridos de los cielos tan pronto dieron comienzo las hostilidades.

Esas y otras duras lecciones no les han bajado del burro respecto a la idea de su dominio en todo lo relativo a cualquier concepto militar. Para ser justos, tampoco les falta algo de razón. Sus aviones en delta Marcel Dassault Mirage de la época de la guerra fría fueron excelentes máquinas de guerra, alcanzando éxitos notables en combate y de exportación, lo que puede llegar a explicar que se crean/tengan por los mejores en diseño aeronáutico de la vieja Europa.

Los franceses están abiertos a colaborar a nivel europeo, pero… siempre que ellos manden… sino… no tienen ningún problema en bajarse del tren y seguir su propio camino, lo que les permite garantizar su independencia tecnológica. Ese comportamiento estuvo a punto de hacer fracasar el proyecto conjunto anglo-francés del Concorde, e hizo fracasar su colaboración en el proyecto del Eurofighter – en cuyas fases iniciales de diseño participaron – del que se retiraron en 1985 dando lugar a que a partir de su proyecto ACX – Avion de Combat eXpérimental – desarrollasen el excelente Dasault Aviation Rafale, muy similar en características al diseño europeo.

En la situación actual, la puntera empresa española INDRA, dentro de su línea de I+D de defensa, está o si decidida a continuar desarrollando la tecnología electrónica que gestionará los nuevos campos de batalla aeronáutica. Los franceses, con o sin la ayuda de la Unión Europea y en aras de esa independencia tecnológica que mencionaba antes, están completamente decididos a diseñar nuevas máquinas de combate a la altura de los tiempos. Europa, tensionada y sometida a constantes diatribas económico-políticas no tiene la suficiente coherencia y serenidad necesarias para acometer en conjunto un proyecto tan complejo como el desarrollo de una nueva generación de aeronaves de sexta generación capaces de hacer frente a los retos que la geopolítica está planteando. Todo ello ha generado una lucha de poder entre Dassault y Airbus acerca del diseño y posterior control industrial del proyecto que a la postre se ha convertido en un Tira y afloja – a mi modo de ver todo un curioso y divertido culebrón al más puro estilo de los novelones televisivos – que perjudica y retrasa innecesariamente el futuro del futuro avión de combate europeo.

Ese retraso es un tema que me preocupa especialmente. En la actualidad, los tiempos de desarrollo de sistemas de esa complejidad son enormes. Se tardan años – por no decir décadas – desde que se proponen las especificaciones iniciales, se construyen, prueban y afinan los prototipos, y finalmente entran en servicio el/los productos resultantes. Tengan claro que, en estos momentos, mis queridos lectores, el tiempo es fundamental. Se intuye un posible conflicto global en el horizonte, como se viene diciendo ya desde la época del Imperio Romano:

Si quieres la paz prepárate para la guerra.

Y Europa sabe que o bien desarrolla un sistema de combate aéreo pronto o bien tendrá que comprar tecnología al “amigo americano”, con lo cual tanto la importante inversión económica, como el I+D, como el coste de oportunidad escaparán definitivamente a otros lares. Así que o “Europa” da su brazo a torcer y permite que los franceses conserven cierto liderazgo en este desarrollo concreto o bien se las apaña como pueda y “compra” lo que otros les permitan comprar. Esta última opción ha levantado no pocas polémicas y suspicacias políticas destapando nuestra compleja realidad empresarial. Léanse como ejemplos la muy discutida compra de aviones Lockheed Martin F-35 Lighning II por parte del ejército suizo, o la bajada de pantalones alemana con una adquisición similar dada la ausencia de alternativas europeas.

Afortunadamente a la luz de las últimas informaciones en los medios de comunicación parece ser que por fin la industria europea, ante el “baño de realidad”, ha decidido por fin aclarar el panorama y unificar esfuerzos, allanando el camino para hacer realidad este proyecto común que confío llegue a buen puerto. Esperemos que, según comenta la agencia EFE, los primeros vuelos de prueba del demostrador del futuro caza europeo tengan por fin lugar en 2028 como se estima.

Consideraciones finales.

Para no saturarlos voy a evitar extenderme mucho más en este artículo pero, si bien el tema merece otro análisis detallado más adelante, no quiero dejar de dar unas pinceladas de algunas cuestiones aledañas al tema principal.

  • Las cuestiones políticas acaban teniendo consecuencias en las decisiones industriales y en nuestro caso también militares. Parece que el Brexit le va a salir caro a la británica Rolls-Royce, fabricante del motor Eurojet EJ200, que propulsa el Eurofighter EF-2000, ya que no van a poder “pillar tajada” ni “meter la zarpa” en el proyecto europeo. El futuro propulsor del FCAS será desarrollado en cooperación por una UTE compuesta por la francesa Safran Aircraft Engines y la alemana MTU Aero Engines, con la española ITP Aero como socio adicional. Confío en que evalúen la posibilidad de utilizar la nueva tecnología de motores por Ondas de Detonación, lo que podría constituir una auténtica revolución en el mundo de la propulsión aeronáutica.
  • El nuevo proyecto británico de avión de sexta generación es, por decirlo de forma elegante, competencia directa – todos sabemos cómo se las gastan nuestros “vecinos” anglosajones – del desarrollo europeo. La industria británica, que durante muchos años fue máximo exponente del desarrollo aeronáutico internacional hasta que cometió el error de vender los primeros motores de reacción a los rusos, ha perdido todo el brillo y glamour de antaño. Quiere recuperar cierta dignidad en ese aspecto y está apostando por un proyecto diseñado a su medida en el que su avanzada planta motriz está siendo uno de los pilares fundamentales de su desarrollo. Está consiguiendo llamar la atención y atraer a países como Japón e Italia. Veremos cómo les sale el tema… desde luego les va a salir cara la aventura… ¡muy cara!
  • Antes hablaba del “Amigo Americano”. Egoistamente – reservaron para si al F-22 Raptor –  se está frotando las manos vendiendo un producto muy avanzado, pero plagado de problemas y limitaciones, ya que actualmente no tienen competencia en el mercado internacional. Me refiero al Lockheed Martin F-35 Lightning II , un producto que no satisface a nadie por su costo, complejidad y peajes logísticos asociados. Es una aeronave de utilidad en el mercado europeo donde su limitado alcance operativo no es especial problema, pero en el mercado asiático, donde por las distancias se hace necesario el repostaje en vuelo, si es factor determinante por no decir casi excluyente. Los Air Tankers son objetivos fáciles y muy vulnerables, como los australianos están empezando a darse cuenta ahora.
  • Los aviones furtivos como están creciendo como setas. No me refiero al proyecto americano NGAD ni espectacular Chengdu J-20 Mighty Dragon, desarrollado este último entre otras razones gracias al eficaz servicio de espionaje tecnológico chino… Me explico: Ahora cualquier país con medios y voluntad puede fabricar un avión de avanzadas caraterísticas y con tecnologías furtivas de aceptable nivel. Hoy en día gracias a la informática, a los sistemas CAD, al cálculo digital de estructuras y a la impresión 3D, cualquiera puede diseñar una aeronave lo suficientemente avanzada como para competir con ciertas garantías de éxito en el mercado de la aviación militar. No es “barato”, ¡no!… solo cuestión de “echarle güevos”. La prueba… los nuevos prototipos coreano KF-21 Boramae y turco TAI TFXIncluso Japón estaba desarrollando su propio prototipo, pero finalmente ha decidido unirse al proyecto británico. Estoy seguro de que cuando se materialicen saldrán al mercado de exportación en condiciones económicas ventajosas respecto a las propuestas occidentales de los fabricantes “tradicionales”, lo que a buen seguro restará a estos potenciales clientes, haciendo a estos aún más difícil de amortizar sus inversiones en I+D.

Epilogo.

La realidad se impone. La tecnología evoluciona, la industria crece, pasó ya la expectación del momento “B-21 Raider”. Se presentó en público, ya sabemos qué es y cuál es su apariencia exterior – sus sistemas electrónicos internos son harina de otro costal -. Se trata sin duda de un producto excepcional calidad y tema que pretendo cubrir más adelante cuando disponga de criterio e información fidedigna – más allá del chamulleo con el que los “enterados” están inundando las redes en estos momentos. Saben que trato estos temas con todo el rigor posible y prefiero informarme bien antes de opinar –, pero lo que sí puedo decirles ahora es que ni por asomo veo a la Unión Europea ni al consorcio Airbus capacitados para desarrollar una aeronave de características similares, no tanto por las cuestiones técnicas en sí – que las tiene – sino por las tiranteces políticas a las que ya me he referido antes. Así que:

¡Centrémonos ahora!… ¡Céntrese Europa ahora!

Ciertamente mi consejo es que la Unión Europea necesita apostar con nitidez por el FCAS y debe esforzarse y tratar de mantener algo de relevancia a nivel industrial – como he insinuado antes, ya cualquiera puede fabricar un avión -, más ahora que estamos comprobando que nuestra posición geoestratégica está en entredicho y podemos acabar convirtiéndonos en un actor irrelevante a nivel internacional.

¿Lo conseguiremos? No lo sé, no soy adivino, pero como he sugerido en algunos de mis artículos, en la actualidad el papel de los ejércitos – y por supuesto incluye lo que se refiere a la vertiente aeronáutica – más que ofensivo es garantizar el status socioeconómico de los países… y… con una industria militar débil… ¡Piensen!

Un saludo, Damas y Caballeros!!!

P.d.: Un apunte más, algunos de los bocetos/mockup preliminares del FCAS que se han mostrado a los medios – como el que ilustra la cabecera de este artículo -, dan la impresión de que se trata de un aparato «bastante convencional»… veremos en qué queda al final. Documentar este artículo ha requerido consultar, contrastar y resumir diversas fuentes de valor escogidas/discriminadas por su interés y/o calidad, así que les recomiendo visiten los enlaces que acompañan al texto. ¿Y quién sabe?… se agolpan actualizaciones/informaciónes a medida que pasan los días… ¡Quizá tengan la suerte de leer otro de mis excelentes artículos para «redondear» el tema!

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