Elegido para la gloria!!!
Jaaa, ja, jjjaaa… Permítanme que me ria… Dicen que a todos nos llega nuestro momento de gloria . Muchos pretenden alcanzarla, darían su vida por ella. Pero, ¿qué es la gloria?
Es el reconocimiento, es la fama (no esa fama que vemos en el casposo mundo del famoseo), es la reputación (no la que se empeñan en colgarnos a modo de mochila), es el honor (no ese que usamos de coletilla para justificar el orgullo patrio), es la notoriedad (no la que se alcanza por alguna declaración rimbombante casi siempre sacada a relucir fuera de contexto o gracias al contexto), etc…. Vaya, mis queridos lectores, parece que que toda ella es susceptible de segundas interpretaciones… Me refiero a otro tipo de “gloria”, me refiero al éxito, a la inmortalidad, al triunfo, a la victoria, a todo aquello que se consigue como premio al esfuerzo, al duro trabajo, al sacrificio y riesgo personal. A la altura de miras, a los propósitos de altos vuelos.
El hombre del que voy a hablaros ahora, reúne todas esas cualidades. Es uno de mis dioses particulares (su foto dedicada es prueba de ello), una de esas personas que está ahí por realizar gestas increíbles a la altura de los auténticos dioses, rozando el cielo con la punta de sus dedos, sentado a lomos de los caballos alados más avanzados que el hombre pudo concebir y crear.
Nacido en Myra, Estados Unidos, Virginia Occidental, el 13 de febrero de 1923, Charles Elwood «Chuck» Yeager vino al mundo en una época convulsa, marcada por la postguerra y la gran depresión. Como a otros muchos (no elegidos), la vida lo llevó al ejercito, ¡pero no!… él no… él, no iba a resignarse a ser mecánico de aviones. A pesar de no tener estudios universitarios miraba alto, tan alto que decidió apostar fuerte, e ingresó en la escuela de formación de pilotos.
Durante su formación militar, demostró ser un piloto de combate soberbio, de una agudeza visual excepcional. Fue asignado a la Octava Fuerza Aérea durante las operaciones de combate en la segunda guerra mundial. Como demostración de su coraje (y curiosidad patria), en marzo de 1944, fue derribado mientras pilotaba su P-51 Mustang sobre los cielos de Francia. Logró evitar su captura y escapo hacia España. Por ello, pudo haber vuelto a casa, pero en su lugar presentó una solicitud para volver al combate que llegó al mismísimo general Dwight D. Eisenhower. Su petición fué aceptada y volvió a la acción en agosto del 44. Más tarde se le llegó a acreditar haber derribado cinco aviones alemanes el mismo día (no cualquier tipo de avión, sino 5 temibles Bf-109)… Impresionante.
Pero el hecho que más de admira de él, no fue el que se convirtiese en el primer hombre en atravesar la barrera del sonido en vuelo estable horizontal nivelado en el Bell X-1, un cacharro, que apenas si era un estrecho fuselaje con forma de bala, dotado de unas alas tan finas como papel de fumar, y propulsado por un peligroso motor cohete (algunos estallaron durante las pruebas). Nada de control electrónico, ni computadores de vuelo, ni gps, todo analógico, todo a la antigua usanza, todo buen hacer, profesionalidad y valor… Tampoco siquiera su accidentado intento batir el récord de altura en un NF-104A Starfighter, que le provocó quemaduras de tercer grado debido al cohete del asiento de eyección.
¡No señores, no! Lo que más me admira de él, fue cuando recordó con disgusto en sus memorias que, «se cometieron atrocidades por ambas partes«. Relató misiones terribles ordenadas por la Octava Fuerza Aérea de los EE.UU., como bombardear y ametrallar cualquier cosa que se moviera, para desmoralizar incluso a la población alemana. Durante el informe de una misión, dijo:
«si vamos a hacer de nuevo cosas como ésta, lo mejor es que nos aseguremos que estamos en el lado de los vencedores».
Yeager señaló además que no estaba orgulloso de la misión de ametrallamiento contra la población civil, pero “ahí están, en el expediente y en mi memoria«… Si señores… tuvo valor, el valor de reconocer que los dioses también se equivocan… el valor de reconocer los errores… y eso lo acerca aún más a la gloria.
Para la gloria no te eligen, la gloria se alcanza por méritos propios. Y la gloria cuesta, hay que pagar por ella, muchas veces un alto precio personal, incluso haciendo cosas de las que no te sientes orgulloso.
Un saludo, Damas y Caballeros.
P.d.: Antónimos: vulgaridad, fracaso.!!!
😎
La otra «Hedy Lamarr»!!!
Este es el primer artículo de la sección “El Hombre”, y curiosamente está dedicado a una mujer, ¿menuda paradoja, no creen? (es uno de los motivos por el que os dije en mi primer artículo que soy un comentarista militar “diferente”), mis nuevos lectores.
El mundo militar tradicionalmente ha estado asociado al hombre, al varón, al «macho alfa«. Vivimos en un mundo cambiante; la mujer está, afortunadamente, encajando y ocupando su sitio, cada vez más y mejor en la sociedad en general. Y el ejército es uno de los ámbitos involucrados.
Pero no nos engañemos, históricamente la mujer ha tenido un papel secundario, y la literatura apenas si les ha dado protagonismo, en todo caso provocando guerras, más que involucrándose en ellas (Olimpia, Helena de troya, Cleopatra, Isabel I, María de Medici, Reina Victoria). Vengo a demostraros nuestro error.
En esta ocasión os traigo un vídeo encontrado por casualidad en uno de esos momentos de ocio y zapeo digital, en el que se habla de la bellísima Hedy Lamarr. No os voy a aburrir con su biografía, para ello os recomiendo el excelente artículo de “Mujeres con ciencia”.
Precisamente, por su increíble y rotunda belleza, nadie le hizo caso en el Estados Unidos de la Segunda Guerra Mundial. Todos pensaron en su época (y muchos siguen pensándolo ahora) que belleza y cerebro eran incompatibles, y la relegaron al papel tradicional de bello florero.
Aparte de haber estado casada con uno de los mayores proveedores de armamento Nazi, quién hubiese dicho que tras huir de él, y conocer a Louis B. Mayer, además de su espectacular carrera cinematográfica, desarrolló en su tiempo libre entre otras cosas, patentes para el diseño de torpedos guiados por control remoto, sistemas de comunicaciones de índole militar e incluso el precursor de los sistemas GPS. Despreciada en su época, sus inventos pasaron por la historia sin pena ni gloria… lo que amargó parte del final de su vida.
Pasen y vean estos vídeos. Estúdienlos:
Espero que estoas documentales les hayan gustado y hayan aprendido a ver que siempre hay algo más detrás de la mirada de una bella mujer. El Ejercito debería estar permanentemente agradecido a sus contribuciones, sobre todo los sistemas de guiado de misiles, y los sistemas de comunicaciones basados en él.
Hay una frase que a pesar de su aparente humor está en la mayoría de los casos cargada de razón.
Una mujer única, con una vida cargada de historias, complejidad y anécdotas, muchas de ellas amargas, cómo habrán comprobado en el vídeo. No dejéis de ver las secuencias del minuto 28 (aviones en ala delta), el minuto 32 (torpedo radiocontrolado), y por supuesto, la cómica llamada telefónica a su hijo en el minuto 1h:17m (ceremonia de entrega del premio MilStar).
Un saludo, Damas y Caballeros.
P.d.: Hay otra frase conocida frase… – Detrás de un gran hombre, siempre hay una «gran mujer»!!!
😉