To all that suffered!!!

Estaba preparando un nuevo artículo para este vuestro blog que pensaba publicar en cuanto hubiese terminado de documentarlo, pero a veces las circunstancias o acontecimientos sugieren sus propios caminos.

El que voy a recorrer ahora… no, no trata de analizar las consecuencias, en el “statu quo” militar del «imperio británico», del recientemente acaecido deceso de la inmensa e indescriptible figura de la Reina Isabel II de Reino Unido, personaje sin parangón en la historia del mundo actual. A pesar de no estar destinada a ser reina, la abdicación de su tío Eduardo VIII la situó como heredera en la línea sucesoria británica. Su fuerte carácter la llevo incluso a enfrentarse a su padre, el rey Jorge VI, para poder unirse al ejército británico, al que finalmente se incorporó en el Servicio de Mujeres del Territorio Auxiliar, llegando a alcanzar el grado de Comandante Junior. Colaboró en la defensa de su país durante los tristes días de la Segunda Guerra Mundial y, tras su finalización, ha defendido como nadie los intereses británicos y la institución monárquica.

Entiendo que los súbditos británicos se sientan orgullosos de ella… no es para menos.

Lo cierto es que el motivo por el que les escribo está relacionado también con el fallecimiento de personas ilustres y con la segunda guerra mundial. Les explico.

El viaje.

Tenía en mi lista de “viajes/tareas pendientes” dos cuestiones:

  • Mantener viva la llama de una vieja amistad visitando a un buen amigo y excompañero de trabajo, residente ahora en La Haya.
  • Como buen aficionado a la historia militar, visitar el Cementerio y monumento estadounidense de Luxemburgo, que contiene los restos de 5.076 militares estadounidenses muertos en la Segunda Guerra Mundial, la mayoría durante la Batalla de las Ardenas que se libró entre el invierno de 1944 y el verano de 1945. Y, en especial, detenerme a contemplar la tumba del general George Patton, renombrado militar cuya influencia fue tan decisiva en la campaña militar estadounidense como lo ha sido el reinado de reina Isabel II para la política británica actual.

Así que cuando decidí a dónde viajar durante mis vacaciones… “Los países bajos” fue el destino elegido.

Dejo la cuestión de mi excompañero para el ámbito personal, pero de lo que si les voy a hablar es de lo que representó mi corta visita al mencionado cementerio, motivo por el que les traigo este post.

Impresión

No sé si ustedes habrán visitado este o algún otro cementerio militar de la segunda guerra mundial, como por ejemplo los que se encuentran en Normandía. Confieso que yo no, este ha sido el primero. Pero si admito que me hacía especial “ilusión” – lo pongo entrecomillado por un motivo que expondré más adelante -.

Al llegar al lugar, encontré un escenario Im-Presionante… de película. Un recinto elegantemente cercado, al que se accedía a través de una suntuosa reja coronada por dos refulgentes águilas americanas doradas. Una “mole” en forma de soldado americano vigilaba la puerta de acceso. Una pequeña caseta que hacía de centro de interpretación del recinto y su significado. Y tras ella, el camposanto en sí.

El lugar está oficialmente declarado territorio americano. El honor y la honra a sus caídos brilla mires donde mires. El césped verde claro cortado al milímetro. Las lápidas blancas, impolutas y perfectamente pulidas. Los nombres de los soldados grabados en cada una de ellas al bajorrelieve. Y la bandera americana ondeando al viento… ciertamente los americanos saben cuidar esas cosas, el aspecto general del recinto era de cine… literalmente.

Vigilancia.

No observé feas cámaras de vigilancia estorbando la “puesta en escena” del cementerio, pero, conociendo el valor de lo que allí se guarda, seguro que habría algún avanzado sistema de grabación de video discretamente situado controlando el perímetro. Lo que sí resultó evidente y notorio fue otra “mole” de soldado, siguiéndonos y supervisando a aquellos que, como yo, recorríamos el recinto empapándonos de lo que representaba – muy amable y atento a nuestras preguntas, pero siempre ojo avizor, pendiente a lo que sucedía alrededor -.

En contexto.

Quizá os sorprenda el enfoque que le voy a dar a este apartado… bastante alejado de la vertiente militar…

Os pregunto: ¿Sois supersticiosos? ¿Creéis en las “energías”?

No tengo claro qué mecanismos gobiernan al alma y el pensamiento humanos, tampoco el poder que la sugestión ejerce sobre el pensamiento – Todos los aficionados a la temática militar estamos claramente influenciados por la avalancha de información y contenidos relacionados con la muerte en combate, y en particular sobre todo lo acaecido durante la segunda guerra mundial -. Así que quería ahora haceros especial hincapié en lo que sentí al estar allí, pisando ese inmaculado verde césped cubriendo  los restos de los soldados que participaron en el conflicto.

Fue algo extraño, algo que solo he sentido el otro lugar similar, la sala de incineradoras del complejo principal del campo de concentración Auswitch-Birkenau. Era algo que se palpaba en el ambiente. Era algo que me constrenía el corazón. Era… quizá el saber que allí se encuentran los restos de personas que dieron su vida por defender la libertad.

¿Creen ustedes que sus espíritus están allí aun gritando su dolor o quizá silenciosamente advirtiéndonos de las consecuencias de una guerra?

No sé, no puedo explicarlo… pero algo que me sobrecogía emanaba del lugar. Si alguna vez lo visitan, por favor confírmenme si sienten algo parecido.

El soldado.

Mientras caminaba por allí, pensé en los soldados yacían enterrados. Al acercarme a las tumbas me fijé en una en particular, la del soldado judío con cuya fotografía que ilustro esta entrada: Michael Rakoff, nacido en 1905 y muerto en 1944.

Apenas he encontrado datos acerca de él. 39 años, bastante joven. Ninguna fotografía suya. Escasamente su fecha de nacimiento, 23 de Julio de 1905 y una referencia a su historial militar en el que se indica que se trataba de un soldado condecorado con, entre otras medallas, el Corazón Púrpura. Se alistó en el ejército de los Estados Unidos donde sirvió con valor como soldado de primera clase en el regimiento de infantería 317 hasta su muerte en acción el 26 de diciembre del 44… Un fallecido, una persona muerta… un “ya no podrá ser”. Me pregunté cómo habría sido su muerte… – cerré un momento los ojos -…,  si le dio tiempo a darse cuenta, qué pensamientos pasaban por su cabeza mientras se desvanecía, qué proyectos dejó en el aire, a qué personas queridas abandonó…

Y así hasta 5.076 soldados… ¡Piensen!… Cinco mil setenta y seis almas destrozadas. Cinco mil setenta y seis vidas segadas traumáticamente. Cinco mil setenta y seis futuros cortados de raíz… Es verdad que ellos sabían a lo que iban… peeero… no es excusa.

Regresaba en coche de vuelta al hotel considerando lo que allí había visto… Imaginé una pequeña población, imaginé cinco mil setenta y seis asistentes a cualquier evento… ¡Imagínenlo ustedes!… Muuucha gente, muuuchas personas… Todos de pie, todos en fila, todos sonrientes… y pocos minutos después… sus cuerpos yermos, tirados en el suelo, muertos… Me costó trabajo sobreponerme a ese pensamiento.

Como siempre he dicho: La guerra es un interesante fenómeno que estudiar, pero de trágicas consecuencias.

General Patton.

Entre todos los soldados enterrados en el lugar sin duda habría muchos hombres de valientes y con agallas, pero entre todos ellos destaca especialmente la figura del hombre cuyo célebre pasado me dio el motivo definitivo para visitar dicho cementerio militar: El general George Smith Patton.

Si antes les hablaba del fuerte carácter de la reina Isabel II… el del General Patton estuvo como poco a su altura. Curiosamente no murió durante la batalla de las Ardenas, ni siquiera durante la segunda guerra mundial sino tras ella en un triste accidente de tráfico. Pese a que muchos lo vieron como un guerrero puro y feroz con lo que se ganó el sobrenombre de “General Sangre y Agallas” – «nuestra sangre y sus agallas», decían algunos soldados -, la historia lo ha dejado con la imagen de un brillante, pero solitario líder militar salpicado por insubordinaciones, transgresiones y periodos de cierta inestabilidad emocional.

Fue sin duda una figura emblemática, polémica, pero que se ganó el respeto de todas las tropas que lucharon bajo su mando e incluso el de las que luchaban contra él.

Siempre recordaré la excelente película de 1970 en la que George C. Scott encarnó la figura del general. Os la recomiendo… peliculón a mi juicio.

Me situé frente a su tumba… que preside el camposanto… y le presenté mis respetos.

Honrar a los muertos.

Cuando un país, una nación, un estado… envía a lo mejor de sus ciudadanos, lo más florido de su juventud, lo más granado de sus militares, a una guerra sabiendo que corren el riesgo de no regresar, es de recibo que se recuerde de alguna manera su sacrificio.

En la antigüedad se creaban leyendas, de escribían cantares, se pintaban gigantescos cuadros escenificando la rendición del enemigo para decorar los salones del reino, se componían épicos poemas glorificando el valor de sus soldados. Ahora, un mundo enfocado a lo visual, a lo “peliculero”, se ha creado semejante lugar para honrar a sus caidos en acto de servicio. Un escenario a la altura de la pérdida que sufrieron y que cuidan con mimo para recordar el legado de su sacrificio… el legado de la sangre y las agallas.

Salí de allí caminando, contento por haber cumplido uno de mis sueños, pero jodido… bien jodido… por la impresión que me causó saber que bajo la tierra que pisaba se encontraban los cadáveres de gente que con toda seguridad no se merecían el final que tuvieron.

Cementerio alemán.

Mientras recorría el camino de salida del recinto noté un pequeño cartel indicador de que a apenas a unos kilómetros se encontraba el Cementerio Alemán… el cementerio del bando contrario. Lo había buscado días antes en internet y parecía un lugar interesante para complementar la visita. Pregunté al guía qué tal estaba y si podríamos visitarlo. Me respondió que estaba bastante descuidado, algo dejado de la mano de dios y que no merecía la pena. En cualquier caso, me hubiese gustado visitarlo – queda pendiente -. También dieron su vida por su país, también merecían su reconocimiento – Di-Ez-Mil No-Ve-Cien-Tas Tre-Ce tumbas – 10.913 -,… sin palabras.

Epílogo.

La respuesta del guía me hizo pensar en la diferencia de trato respecto a sus caídos de vencedores y vencidos. Como unos encumbran a sus héroes y otros prefieren dejar correr un tupido velo.

Me hizo pensar en la Guerra Civil Española… en el “Spain is different” – no la frase de Fraga, sinó esa característica manera de hacer las cosas tan imbuida en nuestra idiosincrasia -, en el Valle de los Caídos

¿Qué tiene que pasar en España para que dejemos de utilizar nuestros muertos como arma arrojadiza? ¿No merecen un lugar en el que se les recuerde? ¿Qué tenemos que hacer para que simplemente se les reconozca que en cada bando se luchó por lo que en ese momento creían justo? ¿Qué pasa?… ¿Que parece que ahora los únicos muertos que importan son los del bando republicano?… A la mierda!!!

Me marché despacio, en silencio…. Dejé en el libro de visitas de la caseta de entrada mi propia nota de respeto… “To All that Suffered”!!!

Un saludo, Damas y Caballeros.

P.d.: Espero que no les haya asustado mi “insulto” final, soy una persona bastante moderada, pero también tengo mi temperamento. Confío en tener listo en pocos días el artículo del que les hablé al principio.

😥

Crímenes de guerra!!!

Imagen de PixaBay - IanMoone22 (Stop crímenes de guerra)

Tengo un amigo, muy amigo, al que pensé que podría seducir con una oferta irresistible. Lo conozco de hace años, casi – como dicen los abuelos – “desde la mili”. Es abogado, gran profesional y, lo que más lo caracteriza, buen conversador. Nos vemos poco, pero es de esas amistades que como el buen vino, va ganando solera con el tiempo.

Dados los últimos acontecimientos internacionales, la Guerra del Golfo, la Guerra de Kosovo, el Estado Islámico, y ahora la invasión de Ucrania, llevaba tiempo pensando en qué ocurre cuando terminan las beligerancias y hay que dirimir responsabilidades.

Animé a mi amigo a que colaborase con mi blog escribiendo un artículo/ensayo corto que tratase el tema por el que me estáis leyendo abordándolo desde el punto de vista legal. Es más, para facilitarle las cosas hasta le propuse un índice para la redacción del artículo – los apartados que vais a leer luego en negrita -. Se negó. Me dio un amable capotazo, pero se negó.

No voy a ocultar que me disgustó su negativa, pero como dice aquel sabio proverbio turco: “El que busca un amigo sin defectos se queda sin amigos”. Tampoco era cuestión de tirar por la borda una amistad tan consolidada por esa nimiedad, para nada el asunto lo merecía.

Pero… ¿Quién dijo miedo? Estaba resuelto a tratar el tema – mis firmes seguidores –. Quizá no quedase tan académico/fundamentado como el que él hubiese argumentado, peeero… ¡Afirmo que merece la pena hablar de ello!

Así que aquí tienen mi artículo:

Queramos o no, cuando el ser humano tiene ansias exageradas de poder busca conseguirlo de cualquier manera posible, presionando a quien se interponga en su camino hasta alcanzar sus metas. En determinadas circunstancias esas “presiones” acaban degenerando en un conflicto que, cuando llegan a un callejón sin salida, suele resolverse por la vía de las armas.

Muy difícil; siempre he visto muy difícil justificar una guerra. El nivel de tensión llega a ser tal que la mente, el corazón, y la humanidad dejan de regir cabalmente y el sentido de las cosas y todo principio moral acaba estallando en mil pedazos víctima de la irrefrenable pasión por la sangre.

Esa “pasión” incontenida acaba ocasionando víctimas entre los implicados/enfrentados e incluso entre los que “pasaban por allí”. Se actúa de manera irracional, con brutalidad, sin pensar en los daños ni las consecuencias hasta que una de las partes se rinde y claudica, o se alcanza un punto en que la única salida es una paz forzosa/forzada.

Por el camino… muerte, destrucción y crímenes. Crímenes que deben ser juzgados para determinar si tuvieron sentido o fueron consecuencia “natural” de la dinámica de la guerra.

Ufff… queridos amigos… intentaba escribir un párrafo medianamente “aséptico”, pero… ufff… mientras me documentaba para el artículo, investigando su base legal, he llegado hasta el cuadro comparativo de “Los Crímenes de Guerra según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y su base en el Derecho Internacional Humanitario”.

Lo siento, pero he tenido que pararme… He apartado un momento el teclado, me he llevado las manos a la cabeza y he estado a punto de llorar… Me he sobrepuesto porque me ha podido más mi empeño en redactar esta nueva entrada en el blog… pero vaya si me ha costado. Echen una ojeada al listado si se atreven – Se lee con “facilidad” y se “entiende” bastante bien -. Insoportable la maldad y la cantidad de atrocidades que un ser humano es capaz de infligirle a otro ser humano.

Les resumo los enunciados de tres de los ejemplos de los cientos – y su gama de variantes – que enumera. En el “Cuadro” completo tras los puntos suspensivos se describen los detalles de cada salvajada. ¡Imaginen!:

      • Emplear balas que se ensanchan o aplastan fácilmente en el cuerpo humano…
      • Cometer actos de violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado…
      • Someter a las personas a mutilaciones físicas o a experimentos médicos o científicos de cualquier tipo que no estén justificados en razón de tratamiento médico…

Permítanme dar por supuesto que todos tenemos en la cabeza una idea aproximada de qué es un crimen de guerra. La mía es: Una violación flagrante de las más mínimas normas éticas de lo que se supone que es una guerra… Porque bueno… es evidente que no es lo mismo una muerte que otra.

No es lo mismo un muerto por herida de bala en un tiroteo entre facciones combatientes, que un tiro a bocajarro en la frente a un soldado que se ha rendido y está detenido y arrodillado en el suelo – suena duro, pero se da el caso, cuando se trata de un «civil» es incluso más sangrante -. Ha ocurrido siempre, a lo largo de la historia de la humanidad, por distintos motivos, de distinta forma, con distintas armas – a medida que estas han evolucionado -… pero ha sucedido.

    • 2.- Cómo actuar legalmente contra un presunto criminal de guerra.

En cualquier conflicto bélico una vez finalizadas las hostilidades los vencedores suelen “ajustar las cuentas” a los culpables de que la situación llegase al punto en que todo estalló, enjuiciando a los lideres políticos y militares responsables de la campaña enemiga. Igualmente, la población civil busca esclarecer y resarcir el daño que ha sufrido enjuiciando también a los soldados – “brazos ejecutores” de las decisiones de sus dirigentes – que cometieron las matanzas efectuadas durante la contienda.

Ninguna guerra es justa, y desde las guerras en la Palestina de 1469 antes de cristo, pasando por Roma, oriente, el genocidio de los indios americanos, hasta las “guerras modernas”, a los criminales de guerra se les ha juzgado bajo diferentes marcos legales – ¿Quién de ustedes no ha escuchado hablar del Código de Hammurabi, los Convenios de Ginebra o los Juicios de Nuremberg? -.

Hay mucha, créanme… muuucha documentación sobre como a lo largo de la historia se la legislado el tratamiento las consecuencias de un conflicto bélico. De los miles de textos de referencia sobre el tema he elegido como muestra algunos curiosos de leer y bastante “asequibles”.

Pero lo cierto es que, en la actualidad a consecuencia de los trágicos hechos ocurridos a lo largo de toda la historia de la humanidad, del desarrollo actual alcanzado por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y del Derecho Penal Internacional, se decidió celebrar en la ciudad de Roma una Conferencia Diplomática de plenipotenciarios de las Naciones Unidas para establecer de una vez por todas normas de enjuiciamiento de este tipo de actos, lo que condujo al establecimiento de la Corte Penal Internacional, cuya acta final fue suscrita el día 17 de julio de 1998. De ella se derivó el Estatuto de Roma decidido a poner fin a la impunidad de los autores de esos crímenes y a contribuir así su prevención.

Desde ese momento cualquier genocidio, crimen de lesa humanidad, crimen de guerra o crimen de agresión puede ser perseguido y condenado en virtud de su paraguas de cobertura.

    • 3.- Cómo defender a un acusado de crimen de guerra.

A lo largo de la historia – disculpen la muletilla de “a lo largo de …”, se que me repito, pero con ello pretendo poner de manifiesto que todo ese camino ha sido “necesario” para llegar al punto en que nos encontramos – se ha sido en general bastante poco condescendiente con los inculpados por crímenes de guerra, en muchos casos se han resuelto sus causas de manera bastante expeditiva y con poco o ningún respaldo legal. Pero en la actualidad vivimos en un mundo muy diferente: Una sociedad Garantista.

El derecho a un juicio justo se encuentra en la esencia del artículo 10 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH). Trataron de evitar la repetición de las atrocidades de la Alemania de Hitler, donde los jueces y tribunales acataron las órdenes del régimen nazi en vez de defender la causa de la justicia en interés del pueblo. Algunas garantías para un juicio justo, incluido el derecho a la presunción de inocencia, también se encuentran en los artículos 6, 7, 8 y 11 de dicha Declaración.

El derecho a un juicio justo ha sido aceptado sin discusión por todos los países (aunque no siempre se haya respetado). Así no sólo protege a los sospechosos/acusados, sino que también consigue que las sociedades sean más seguras y fuertes al consolidar la confianza en la justicia y en el Estado de Derecho.

Que sea juzgado con justicia no quiere decir que el encausado deje de ser culpable y que tenga que pagar por sus crímenes, pero al menos asegura el no rebajarse al mismo nivel de irracionalidad y crueldad que la del presunto reo. Él o ella pueden alegar todas las razones que consideren oportunas para su defensa, pero no quita la realidad del sufrimiento y los daños causados.

Como ejemplo, en el caso del juicio al exlíder serbobosnio Radovan Karadzic por crímenes de guerra y de lesa humanidad en la antigua Yugoslavia. Él baso su defensa de su papel como presidente de la República alegando que bajo su mandato todas las comunidades formaban parte de «un pueblo». Entre otras argumentaciones se justificó diciendo que:

      • “Estaban dispuestos a convivir con los musulmanes, pero no bajo su yugo en un régimen donde vulneraran nuestros derechos fundamentales”.
      • “Los hechos que ocurrieron fueron el resultado de la caótica situación que ocurre en una guerra civil».
      • “Los serbios tan sólo intentamos defendernos para no continuar haciendo un sinfín de concesiones».
      • Afirmó que son los líderes musulmanes como Izetbegovic (fallecido en 2003) quienes deberían haber sido acusados y llevados al TPIY (Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia).
      • Reiteró que llegó con Estados Unidos a un acuerdo de inmunidad dentro de los Acuerdos de Dayton que pusieron fin a la guerra de Bosnia.
      • Aportó extractos de personalidades políticas como James Baker y Colin Powell, quienes afirmaban que el reconocimiento internacional de la independencia de Croacia, Eslovenia y Bosnia-Herzegovina fue «prematuro».

Se le escuchó, se argumentó con los avales legales pertinentes… y finalmente fue condenado a 40 años de cárcel por el genocidio de más de 7.000 varones musulmanes en Srebrenica en 1995 y el asedio de Sarajevo.

    • 4.- Conclusiones.

Se puede escribir mucho sobre el tema – tienen a su disposición cientos de sesudos estudios al respecto – pero al menos, sin extenderme demasiado para no aburrirles, he expuesto de manera somera qué es son crímenes de guerra, como la ley lo contempla y como se asegura el derecho a la defensa que cualquier acusado por ellos.

Si han leido alguno de los textos de referencia que indico en el apartado 2, habrán comprobado que el concepto de crimen de guerra ha variado a lo largo de la historia y lo que ahora consideramos una brutalidad antes era normal, aprobado, aceptado y justificado. Es más el éxito de la guerra, «institucionalizada» como herramienta de gestion de política, se medía en número de muertos: A mayor número de muertos mayor gloria del vencedor.

Hablaba al principio de Garantismo. Creo que a veces se asume en exceso – los abogados son capaces de hacer parecer blanco lo negro -, pero la ley es la ley y está para cumplirla y defenderla. El pueblo en ocasiones, con o sin razón, se toma la “justicia por su mano”, lo que le hace perder la fuerza de la razón. Tenemos los ejemplos y las tristemente repetidas imágenes de las muertes de Sadam Husein, Muamar Gadafi, o el reciente magnicidio de Shizno Abe (no como criminal de guerra sino como deleznable, indigno e injustificable ejemplo «justicia por su mano» a manos de un loco perturbado).

No soy abogado, pero entiendo que, respecto al asunto que nos concierne ahora, el objeto de los Tribunales Penales es y debe ser dictar sentencias ejemplarizantes para que el pueblo sepa que cuenta con mecanismos de defensa frente al opresor. Cualquier gobernante ha de ser consciente que, en caso de perder esa impunidad de la que alardean mientras está en el poder, tarde o temprano será juzgado por ello.

Tenemos ahora mismo Ucrania ardiendo por los cuatro costados. Una tragedia. Pero, por expresarlo de forma sencilla, en este momento Putin es Dios, y ningún gobernante occidental se atreve a toserle en la cara sin temor a las consecuencias… sin embargo esa situación no va a durar siempre. Él y sus acólitos lo saben.

Solo el tiempo y la historia dirá quien acaba pagando por los crímenes que se están cometiendo y como juzga la historia a los culpables.

Fin

La política hace extraños compañeros de cama llegando a pervertir los fundamentos de la ley y de lo correcto… No hay más que ver la manera en la que los políticos tratan de justificar todo lo que está sucediendo alrededor de conflicto ucraniano – incluso lo que sucedió en el pasado en nuestra propia casa, nuestro propio país, España – o lo que podría ocurrir (véase además el ejemplo de lo se está rumiando respecto a la soberanía de Taiwán).

Conviene recordar aquello de que: «La historia la escriben los vencedores«.

Se preguntarán… ¿Que pasa, este hombre – Yo – no habla de las víctimas, de sus derechos?… Si leen de nuevo el artículo entenderán que han estado presentes desde el minuto cero, pero en mi opinión nada, ni el mejor de los juicios, ni la sentencia más fundamentada, ni la condena más clara, puede compensar la perdida de una vida humana.

Siempre queda la venganza y/o el perdón, pero… ¿Compensan?

Creo que el problema tiene dificil solución… El ser humano es capaz de lo mejor, pero tambíen de lo peor… y sobre todo muy muy susceptible de manipulación. En el contexto actual sin duda se hace necesaria una redefinición del papel de las Naciones Unidas y dotarla de herramientas efectivas de control de la política mundial. A fecha de hoy… haría falta un cataclismo para que eso ocurra.

Un saludo, Damas y Caballeros.

P.d.: Confío que cuando mi estimado y docto amigo lea el artículo, lo encuentre adecuadamente argumentado – Para haberlo escrito un neófito en temas legales – y que se sienta lo suficientemente aludido de manera que cariñosamente su conciencia lo “obligue” a una futura colaboración. Inisistirles en visitar los enlaces que he insertado en el texto para documentarlo; merencen la pena.

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