Palabras, tiempo de: “Sol y Moscas”!!!

Libro: Sol y Moscas

Buenos días/tardes\noches queridos lectores en busca de saciar vuestra curiosidad acerca de mis andanzas y avatares. En esta ocasión más que andanzas las calificaría como aventuras de sofá o, en todo caso, de música y atardeceres de ocio.

Dicen que construir algo verdaderamente importante cuesta tiempo y esfuerzo. Escribir este artículo en verdad me ha costado tiempo, pero… ¡no esfuerzo! Trabajar en algo que te llena pasa a convertir cualquier esfuerzo en pasión. En el caso del tema que os presento hoy, hablo de «tiempo de lectura»;…  Lectura al atardecer, sentado en mi habitación, mientras el sol se oculta tras los tejados del vecindario. Acompañado por algo de buena música e incluso algunas veces también por un té con miel. Esos ratos esporádicos, si bien no tan emocionantes como un safari en Kenia, escalar un ochomil, o enfrentarse a la mirada de una mujer, son en cambio momentos simples, sencillos, al alcance de cualquiera y en determinados casos, gracias a la prolífica imaginación que a algunos nos caracteriza, permite sumergirse en las infinitas posibilidades de lo que la mente del ser humano es capaz de concebir.

Relativo a esto último que acabo de comentar, decía Albert Einstein:

El conocimiento te llevará del punto A al punto B… la imaginación a cualquier parte!!!

Así pues, introduzco una novedad en el tipo de artículos que publico en este blog. Desarrollo para ustedes mi primera crítica de literatura militar. Pero no una cualquiera, sino una a la usanza de este que caballero que os escribe y que con el tiempo… ese del que hablaba más arriba… ha aprendido a tratar tan solo de aquellas cuestiones que merecen ser tratadas con el rigor y respeto que suelo dedicar a las tareas que emprendo. Leer el libro, y redactar mi opinión acerca de esta atípica pieza literaria que os acerco, sin duda ha merecido el “esfuerzo”.

El Autor y su Libro.

El autor… Manuel Parrilla Gil es aviador. Formado en la Academia General del Aire, ha pilotado aviones militares y civiles durante cuarenta años. Formó parte de la 38 Promoción de la Academia General del Aire. Posteriormente ejerció como piloto de caza en Albacete y Salamanca, donde formó parte del Ala 14, volando Northrop F-5 y Mirage F-1. Estuvo más de treinta y ocho años en activo, y luego siguió volando en compañías de carga y pasaje para dedicar sus últimos años como aviador a la extinción de incendios. Ahora ejerce de escritor y colaborador en publicaciones especializadas en el mundo de la Aviación y la Historia.

¿El libro «Sol y Moscas«?… Bonita encuadernación. De calidad. Pesa 716g y mide 23,7×17,1cm. La tipografía usada – fuente, tamaño, espaciado, interlineado e impresión general – es adecuada y permite leer el texto sin abigarramiento, con comodidad y claridad. No sé si les pasará a ustedes, pero… ¿Al abrir alguna que otra obra, no tienen la sensación de cierto caos por lo comprimido, apelotonado y ofuscado del escrito? Este, muy al contrario, limpio, espacioso y ordenado parece invitarte a sentarse y leerlo calmadamente.

Lo adquirí casi sin mirarlo, más por tener un autógrafo del autor que por el contenido en sí y … bueno… acostumbrado a otras obras sobre aviación de las que dispongo en mi biblioteca, imaginaba que una vez me pusiese a ojearlo, vería la típica retahíla de enumeraciones, fechas, tablas de datos, descripciones técnicas, descripciones operativas y aburridas transcripciones oficiales de los acontecimientos… En fin… otro libro más del montón… ¡Cuán equivocado estaba! Y ¡Cuán sorprendido quedé una vez me decidí a leerlo! Muchas tardes… muuuchas… muchas agradables tardes recreando en mi mente lo acontecido en los cielos de nuestro denostado país!!!

No se trata de un libro técnico… ¡Para nada!… Se mete en la piel de los protagonistas, de los pilotos, del hombre como rey y señor de los destinos, novelando cada uno de los episodios tratados, poniéndose en el papel de los implicados, imaginando qué sentían, qué los motivaba, qué pasaba por sus cabezas. Como muchos de ustedes sabrán, he volado en parapente, pilotado paramotores y ocasionalmente he estado a los mandos de algún que otro aparato de aviación ligera. Conozco muy bien las sensaciones ahí arriba. Lo bueno, y lo malo… las vistas, los atardeceres, volar entre nubes… el cielo en tus manos, el compañerismo, pero también el frío gélido de los inviernos, los nervios, las dificultades de orientación, los problemas de motor y por desgracia la pérdida de algún compañero… Leer el libro me ha hecho revivir todas esas sensaciones, y comprender mejor por lo que pasaron. Para ponerme mejor en situación durante cada capítulo debo añadir la ayuda que supusieron los anexos técnicos del libro… constantes saltos a ellos para “ponerle cara” y entender las diferencias técnicas de los modelos de las aeronaves descritas para así además poder recrear en mi imaginación las complejidades de los combates.

Por diferentes vías relacionadas con el mundo de la aviación me habían llegado tan buenas recomendaciones – en especial la de mi apreciado Rafel Nieto – y referencias tanto del libro como del autor que pensaba comprar un ejemplar en cuanto tuviese oportunidad. Cuando me enteré de que lo iban a presentar en las instalaciones del Real Circulo de Labradores de Sevilla vi la oportunidad de “matar dos pájaros de un tiro” y conocer personalmente al autor.

El Resumen.

Sería para mi muy difícil, verdaderamente difícil, resumir el libro. Está lleno de anécdotas acerca del desarrollo de la aviación española tanto durante la Guerra Civil como durante la Segunda Guerra Mundial. Si les digo la verdad… por edad ambos periodos me pillan algo lejos y, aunque por mi afición a la historia de la aviación conozco a grandes rasgos el desarrollo de ambos conflictos, llevado de la mano del autor leer el texto me ha permitido entender el discurrir de los acontecimientos y casi a vivir en carne propia las peripecias de los pilotos. Es más… ¿Recuerdan qué ocurre con los estudiantes cuando tratan de aprender alguna materia?… Determinados profesores de historia se empeñan en machacar a los alumnos con fechas, datos y hechos. Estos, acaban odiando sus clases y/o asignaturas pero,… cuando algún profesor las adorna, las contextualiza y las decora con las apropiadas anécdotas, el conocimiento acaba calando en ellos casi por arte de magia y grabados a fuego en su memoria… A mí me ha sucedido algo parecido con la obra; He “puesto cara” a los pilotos, he comprendido mejor las vicisitudes por las que atravesaron y he entendido mejor la línea temporal de sus hazañas. Estoy seguro de que a ustedes también les ocurrirá. Léanlo… será el mejor resumen posible y sin duda la mejor recomendación que les puedo hacer.

El relato no se limita a las cuestiones aeronáuticas en sí. Habla también de lo mundano, de lo terrenal,… de risas, de dolor, de un mundo de espías dobles y traiciones, de torturas y penalidades, pero también de camaradería. Si me lo permiten, veo un enorme potencial cinematográfico en el relato. Cómo ha conseguido el autor imprimirle personalidad a los protagonistas y cómo ha “humanizado” la narración de los sucesos hace que acuda a mi mente el tratamiento que el director británico Christopher Nolan dio a la vertiente aeronáutica de la excelente película bélica “Dunkerque”. Si yo fuese el autor le enviaría una copia en inglés…. Y, ¿quién sabe?… Con ese director, algo de valor y el apoyo financiero del Ministerio de Cultura y/o de Defensa

Si desde el punto de vista aeronáutico/técnico tuviese que destacar algún pasaje concreto del libro recalcaría cómo se novela la pugna entre los aviones Heinkel HE-112 y Messerschmit BF-109 por convertirse en el principal avión de combate de la aviación alemana. Más allá de los aburridos análisis técnicos con que suelen describir estas cuestiones en otros libros, este lo enfoca desde el punto de vista humano… Casi pude sentir el ronroneo de los motores Junkers Jumo 210 que propulsaban ambos modelos, las dificultades de manejo por parte de sus pilotos, las modificaciones técnicas a las que tuvieron que someterse hasta convertirse en los prototipos finales a evaluar, y la opinión/baremación de aviadores y políticos para finalmente decidirse por el ganador en función de sus mejores cualidades aerodinámicas y de potencial desarrollo futuro. Todos sabemos cuál resultó seleccionado, ¿verdad?

Es cierto que a veces la confianza mata. Es algo que no deja de sorprenderme del ser humano. Quizá no sea la anécdota más extensa del libro, pero no pude más que quedarme estupefacto al leer cómo dos excelentes pilotos, el teniente García de Juan y el capitán García Pardo a los mandos de los por aquella época “modernos” y recién entregados Heinkel HE-112, fallecieron por exceso de confianza cuando, al dar ya casi por finalizada y ganada la guerra, quisieron agasajar al personal de tierra del aeródromo de Alamuez simulando algunas maniobras de combate. Fatídicamente, confiándose en su experiencia como pilotos de las aeronaves que de las que habían dispuesto hasta entonces, realizaron algunas maniobras a baja altura presumiendo que los aparatos se comportarían como aquellos a los que estaban acostumbrados. El resultado… un avión estrellado en invertido, otro precipitado en barrena y el tercer piloto que los acompañaba atónito al ver cómo sus compañeros, supervivientes de tantos combates, morían absurdamente cuando ya no había amenaza con la que luchar.

De las muchas anécdotas noveladas en el libro considero una notable omisión que cuando el autor relata el derribo por un Polikarpov I-15 del piloto alemán Friedrich Windemuth – que en ese momento pilotaba el ME-109D 6-98 en una de las últimas batallas aéreas de la Guerra Civil – olvidase mencionar el noble gesto que el piloto republicano que lo derribó – José Falcó – estuvo realizando durante los años posteriores a la finalización del conflicto, depositando flores en la estela funeraria ubicada en el lugar donde fueron hallados los restos de su avión – junto al aeródromo de Vilajuïga-Garriguella el 6 de febrero de 1939 -. Todo un ejemplo de eso que nos hace humanos y honroso símbolo de reconciliación/penitencia frente al violento pasado. En palabras del propio Falcó:

“Murió él, pero pude haber sido yo, y por eso siempre que volvía al Empordà, recogía algunas flores y amapolas rojas y se las dejaba junto a la lápida”.

Por último, no me queda más remedio que elogiar la labor de investigación del autor. Recopilar los diarios de vuelo de los pilotos, ya de por si complicado, e imaginar cómo discurrirían los hechos para dotar a las lides aéreas de un realismo cercano, alejado de tecnicismos aeronáuticos, y también dotar a las intervenciones de los protagonistas de sus respectivas personalidades, caracteres y sentimientos, es algo difícil de trasladar al papel para cualquier escritor. ¿Me pregunto si llegó a hablar con alguno de los supervivientes/familiares o se limitó a obtener la información base a partir de la bibliografía que enumera en el anexo?

Los “peros”.

Hablar de la Guerra Civil es un deporte de riesgo en estas fechas. La vida política y social está claramente polarizada y a pesar del tiempo transcurrido, las heridas siguen – y algunos se empeñan en ello – abiertas. Escribir sobre unos episodios tan cargados de controversia siempre genera suspicacia. Recelos que se pusieron de relieve y generaron tensión entre los asistentes y el autor durante la presentación de la obra. Se produjo una tensa discusión con alusiones respecto al enfoque dado por el escritor a la supuesta trama/conspiración italiana del bando nacional para conseguir apoyo militar incluso ya antes del comienzo de la sublevación/hostilidades. Algún oyente durante la presentación – y posteriormente en los foros donde publiqué una nota al respecto -, echó en cara al ponente su falta de seriedad por el presunto sesgo político republicano que parecía mostrar.

Tras leer el libro al completo, no puedo certificar esa «cierta» inclinación que se le achacó excepto hasta los últimos capítulos del libro, en los que se aprecia una clara tendencia a detallar más exhaustivamente y/o dar más protagonismo a las acciones y aeronaves del bando republicano/comunista. Considero que en general el autor ha sido bastante imparcial, admirables sus narraciones acerca de la participación de la Escuadrilla Azul en la LuftWaffe, aunque quizá para redactar los últimos episodios encontrase más documentación relativa a la participación de pilotos españoles en las fuerzas aéreas soviéticas. Con algo más de paciencia, y si me hubiese parecido razonable señalar el libro con un marcador, podría haber hecho algún análisis de tipo estadístico como por ejemplo contabilizar en número de páginas dedicadas a cada uno de los bandos,… pero he disfrutado tanto del relato que manchurrearlo con rotuladores de color… ¡me parecía un sacrilegio!

Pero… como suelo decir:

Su libro… sus normas… su punto de vista!!!

En otro orden de cosas, el ejemplar del que dispongo es de la 2ª Edición ampliada. Si tuviese que sugerir algún “pero” al aspecto editorial de cara a una próxima reedición creo a buen seguro que los más aficionados a la “cosa técnica” agradeceríamos mejorar la sección “Aviones en planta”. Dedicaría al menos una página completa a cada aparato – incluyendo bombarderos -: En el anverso, las actuales plantas con las diferentes vistas en tres dimensiones, aunque con especificaciones algo más extensas. En el reverso incluiría una reseñas/descripciones del desarrollo y características más destacadas de cada aeronave junto con su historial bélico y los aeródromos en los que operó, todo ello fácilmente disponible para su inclusión por el autor o la editorial a través de múltiples fuentes.

Reconozco además que soy de los que le gusta observar los mapas de los conflictos que estudio, así que para “redondear” los apéndices del volumen, y dado que desconozco en general la ubicación de los aeródromos mencionados a lo largo de los relatos – algunos de ellos seguramente ya desaparecidos -, sería de gran utilidad incluir algún que otro mapa o carta de navegación de las zonas de vuelo citadas con objeto de ubicarlas correctamente y, por la orografía del terreno, comprender dónde y cómo se desarrollaron las operaciones aéreas. Es más, … ya puestos a pedir, … ¿Qué opinarían si además incluyese algún que otro mapa del frente de combate con las típicas flechas que muestran la dirección de los ataques en las diferentes zonas en las que se desarrollaron las ofensivas?… ¡Ahí dejo la sugerencia!

Epílogo.

Todo análisis puede extenderse hasta el infinito, pero… es hora de terminar,  creo que con lo dicho hasta ahora pueden formarse una opinión clara acerca de la obra… dejémoslo así pues. Confío en que el autor considere digno mi modesto/particular trabajo de síntesis acerca de su obra y que a ustedes al menos les haya hecho picar lo suficiente la curiosidad como para optar por experimentar en carne propia el sumergirse en el excepcional relato de las circunstancias y hechos de la historia de la aviación militar española que para muchos son desconocidos y que el texto pretende hacer entender/descubrir.

No dejen de admirar del anexo final con las ilustraciones a todo color algunos aparatos y la interpretación pictórica de varias de las acciones relatadas en la publicación… sin duda un excelente trabajo del dibujante Carlos Alonso!!!

Un saludo y gracias por leerme, Damas y Caballeros!!!

P.d.: Las «referencias» que he encontrado en internet sobre este libro para documentarme mientras redactaba el artículo apenas si merecen calificación de tal… una auténtica pena. Confío en que mi análisis del texto pueda servir de ayuda. ¡Ah! y no dejen de visitar los enlaces embebidos en los diferentes apartados de este artículo.

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El cementerio alemán!!!

Buenos días/tardes\noches de nuevo mis ilustres lectores. !Encantado de verles de nuevo por estos lares!

Como recordarán hace unos meses publiqué un artículo acerca de mi visita al cementerio americano de Luxemburgo, lo titulaba “To all that suffered!!!” – lectura previa necesaria muy recomendada y sin duda complementaria para entender el por qué y el desarrollo de este nuevo artículo -. En él, mencionaba que me restó por visitar el cercano cementerio del bando alemán. Me lo “apunté” para una futura visita… Pues bien, a veces el azar te hace recorrer caminos insospechados – quizá destinados a cruzarse – que de manera accidental acaban haciéndote cumplir esos objetivos a los aspirabas a alcanzar algún día.

Como el Ying y el Yang, como el blanco y el negro, como la cara y la cruz, considero que para formarse una opinión sobre cualquier conflicto – ya sea personal, filosófico, político o militar – es necesario tener en cuenta todas las versiones de las facciones que participan en la cuestión a dirimir. Hilando con el tema de hoy, como ya os di mi opinión sobre la forma en que el Ejército Americano honró a sus caídos, corresponde ahora hacer los honores relatando la inesperada visita que hice al camposanto alemán ubicado a las afueras de Cuacos de Yuste (Cáceres).

Antes les hice referencia a mi artículo previo, no voy a tratar de repetir su esquema, pero evidentemente estableceré ciertas analogías. Pasen pues y lean, aunque… en esta ocasión empezaré por las conclusiones.

Mi conclusión, … no es mal lugar para que tus huesos reposen como última morada.

Tengo poco o ningún ansia por morir… La vida es a veces dura y complicada… enfermedades, guerra, problemas, pobreza, racismo, contaminación, etc, pero… no me negarán que tiene cosas hermosas… enamorarse, la paz, aprender y progresar, el arte, la familia, los amigos, una puesta de sol, una sonrisa, el abrazo de un niño, … En cualquier caso, tarde o temprano el viaje llega a su fin y a veces – en nuestro texto de hoy, por culpa de la guerra – de la peor manera posible. En esos casos lo que queda de uno puede llegar a acabar en un camposanto similar al que os presento en este artículo.

En contexto.

¡Cuacos de Yuste!, ¿Qué pueblo?, ¿Qué nombre más curioso y/o atípico? ¿Quién diría que guarda tales tesoros como los que cobija?

Fui allí acompañado de personas maravillosas, sin tener muy claro a donde iba ni qué iba a encontrar, simplemente me dejé llevar. La idea: Visitar el Monasterio de Yuste, casa palacio en la que se alojó y murió Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico tras su abdicación. Está situado a las afueras de Cuacos, en la comarca de La Vera, al noreste de la provincia de Cáceres.

Durante el camino desde Villanueva de la Vera a Cuacos, mis acompañantes mencionaron las palabras “cementerio alemán” … Automáticamente vinieron a mi mente ideas como “Guerra civil”, “España”, “conflicto”, “respuestas”, “muerte”, “descanso”, “energías” … y mi “deuda” pendiente con Luxemburgo. Tenía que visitarlo, sí o sí, aunque fuese una visita corta y así se lo expresé a mis tres compañeras de viaje. Aceptaron… quizá no de muy buen grado… pero aceptaron – Entiendo que a nadie se le hace plato de buen gusto visitar un cementerio -.

Impresión.

Estando allí comprendí por qué Carlos V decidió elegir ese lugar para pasar sus últimos días… Situado en las faldas de la montaña, rodeado de luz y de verde, … ya de por si el entorno natural lo hace digno de ser visitado. Enclavado en un emplazamiento privilegiado, el agua, abundante en esta comarca cacereña, junto con las extensas arboledas convierten la zona en un paraje idílico para disfrutarlo en cualquier época del año.

El acceso al recinto, al algo estrecho y nada suntuoso, no permitía adivinar qué se encontraba tras sus puertas. Cuenta con una cuidada arquitectura y un diseño que refleja el estilo propio de los cementerios militares alemanes de la época. Presenta una estética sobria y ordenada, con filas de lápidas de granito que exhiben los nombres, rangos y fechas de fallecimiento de los soldados. Además, se encuentra rodeado por un muro de piedra y cuenta con una pequeña capilla.

Es importante destacar que el cementerio de Cuacos de Yuste es un lugar de conmemoración y recuerdo para los caídos, donde se honra la memoria de los soldados alemanes. No solo es un espacio de valor histórico, sino también un recordatorio de los horrores y las consecuencias de la guerra.

Al llegar allí lo primero que pude ver fue el rótulo de bronce al pie de la escalinata de acceso, con una leyenda que reza:

“En este cementerio de soldados descansan 26 soldados de la Primera Guerra Mundial y 154 de la Segunda Guerra Mundial. Pertenecieron a tripulaciones de aviones que cayeron sobre España, submarinos y otros navíos de la armada hundidos. Algunos de ellos murieron en hospitales españoles a causa de sus heridas. Sus tumbas estaban repartidas por toda España, allí donde el mar los arrojó a tierra, donde cayeron sus aviones o donde murieron. El Volksbund en los años 1980–1983 los reunió en esta última morada inaugurada en presencia del embajador de la República Federal de Alemania en un acto conmemorativo hispano-alemán el 1 de junio de 1983. Recordad a los muertos con profundo respeto y humildad.”

Muy significativo el texto… si lo analizan obtendrán al menos varias conclusiones:

  • Se trata de soldados caídos en la primera y segunda guerras mundiales. Más allá de las operaciones de la Legión Condor alemana durante nuestra Guerra Civil, desconocía que alguna misión de combate de la primera guerra mundial hubiese tenido lugar en las proximidades de territorio español – cuestión que investigaré en cuanto pueda -. En cualquier caso aunque nuestro país se mantuvo en una conveniente posición de neutralidad, no cabe duda que tácitamente sirvió a a Alemania de trampolín o zona de paso durante el transcurso de las hostilidades.
  • La mayoría de los caídos son pilotos de la Luftwaffe. Investigando, muchos de ellos fueron la tripulación de bombarderos que atacaban convoyes marítimos de transporte y cuyos cuerpos acabaron apareciendo en las costas españolas. Investigando para documentarme algunos de los aparatos fueron los famosos Dornier Do-217, Heinkel He-111Focke Wulf Fw-200 Condor  o los Junkers Ju-88, todos aviones muy versátiles. Estos dos últimos aparatos ostentaron en su época récords de distancia y velocidad respectivamente.
  • Cayeron u operaron a lo largo del territorio y costas de toda la geografía nacional, al igual que la Legión Condor, que lo hizo desde diversos aeródromos de campaña. Como documentación adicional les recomiendo el excelente libro “Sol y Moscas” de Manuel Parrilla Gil – del que poseo un ejemplar dedicado por el propio autor -, una interesante referencia para conocer su intervención alemana en el conflicto español y la web http://incidentessgm.blogspot.com, donde se recopila abundante documentación al respecto clasificada por tipo de aparato.
  • A pesar de lo controvertido de lo allí reunido, la política es capaz de mover los hilos con la suficiente fuerza como para superar todos los rencores, barreras y reticencias históricas cuando el motivo lo “justifica” – lo entrecomillo porque a veces las motivaciones son bastante peregrinas -. Trasladar los caídos de cualquier bando desde sus lugares de enterramiento originales a un destino definitivo ha estado siempre sujeto a no pocas polémicas y de hecho sigue ocurriendo hoy día – léase el caso de todo lo relacionado con ciertos personajes de nuestra Guerra Civil -. Ello sugiere lo impresionante de la maquinara política puesta en funcionamiento para lograrlo.

Vigilancia.

Sorprendente… al contrario que en el americano,… ni fornidos guardias, ni vigilantes jurado controlando el recinto, ni altas verjas protegiendo el perímetro, ni doradas águilas alemanas flanqueando la entrada… nada… absoluta libertad… tan solo algunas aves apostadas en las ramas de los árboles cercanos, observando curiosamente a todos aquellos que se acercaban a curiosear, algún que otro visitante ocasional y una anciana – probablemente familiar de alguno de los soldados fallecidos – sentada en un banco a la sombra – Dudo que formase parte del equipo de custodia del cementerio -.

Esa aparente ausencia de supervisión, por una parte, me indujo una clara sensación de libertad, pero me consta que por contra ha permitido en que en más de una ocasión vandalizasen sus lápidas

¿Cuándo aprenderemos a dejar en paz a los muertos? Ellos ya pagaron.

El soldado.

Al igual que hice en el artículo sobre el cementerio americano, elegí un soldado en el que fijarme por si en un futuro tuviese la intención de escribir un artículo similar – finalmente esa idea se ha materializado en este post que están leyendo -. Me fijé en varios, también en las lápidas de los soldados desconocidos “Ein unbekannter Deutcher Soldat”, e incluso en la de algún soldado italiano, pero finalmente me decidí por Hans Möeller. ¿El motivo?: Marta.

Alguien, una mujer…. Vaya, … era la única tumba adornada con una hermosa flor – reciente, aún estaba fresca – como presente al fallecido.

He buscado información acerca de él, … también, como en el caso del soldado americano, apenas nada, tan solo que el 24 de marzo de 1943, su avión, un Fw Condor (Wnr. 0192 F8+ER del 7/Kg40) cayó. Los cuerpos de cuatro de sus tripulantes fueron apareciendo en la costa vasca durante el mes siguiente y se dieron por desaparecidos a dos.

  • Feld. Georg Market – Copiloto – Cuacos de Yuste, A, 046
  • Uffz. Hans Möeller – Radio – Cuacos de Yuste, A, 043
  • Ofel. Hans Müller – Mecánico – Cuacos de Yuste, A, 041
  • Uffz. Harald Santler – 2º Radio – Cuacos de Yuste, A, 045
  • Ofw. Werner Bock – Piloto – Desaparecido
  • Ogfr. Walter Rettke – Artillero – Desaparecido

Un simple operador de radio, … Hans Möeller fue un simple operador de radio, haciendo su trabajo al servicio del país que lo vio nacer. Pago con su sangre ese trabajo. El paso del tiempo se ha tragado su recuerdo y su vida… Para todos excepto para ella. Para Marta.

Algo muy intenso debe de vincularlos. ¿Qué? Lo desconozco, aunque me gustaría saberlo.

Una preciosa flor, colocada con esmero en un cuenco con una precisa lazada y un dibujo de un corazón atravesado por una flecha – si pulsan sobre la imagen que ilustra este post, podrán comprobarlo ustedes mismos -. Desconozco quien es esa Marta, ni su relación con el caído. Pero estoy seguro de que a él le habría reconfortado la idea de saber que alguien aún lo recordaba y lo honraba de tan bella manera a pesar del tiempo transcurrido.

Espíritu y Energías.

Muy al contrario que en el Cementerio Americano, en la que a pesar de la sensación de profundo respeto todo me pareció una magnífica puesta en escena, pero de clara artificiosidad, salí del cementerio alemán con una sensación de naturalidad, calma y paz interior que me sorprendió.

No sé si fue el entorno… si la cálida luz azul que bañaba el camposanto… si el refrescante sonido del agua o quizá el dulce canto de los pájaros, pero el ambiente sin duda invitaba al reposo y a la relajación.

¿No les he hablado de la compañía con la que acudí allí, ¿verdad?, pero ahora viene al caso. Dos de ellas, personas con una especial sensibilidad hacia todo lo relacionado con la espiritualidad y las energías del ser humano, coincidieron conmigo en la sensación de paz que se respiraba en el lugar.

Me resultó muy curioso lo que me dijo una de ellas al marcharnos de allí.

No me gusta venir a estos lugares, Ángel. He estado en otros sitios y lo he pasado francamente mal. En alguna ocasión me he tenido que marchar de allí, pero en este recinto no he tenido ningún miedo. Muy al contrario, todo me invita a quedarme.

Pensé que quizá los caídos se encontraban a gusto esa su última morada final, por ello daban su tácita aprobación, y … esa energía… emanaba de la tierra.

Confío en que si alguno de ustedes viaja por la zona y se decide a visitarlo confirme si regresan con la misma impresión que les narro.

Epílogo.

Como conclusión, puedo constatar que el cementerio alemán de Cuacos de Yuste es un apropiado testimonio tangible de la participación alemana en la Segunda Guerra Mundial y representa un punto de interés tanto para aquellos interesados en la historia militar como para quienes buscan comprender el legado y las consecuencias de este conflicto.

Es curioso, … si lo piensan bien, … Tanto el imperio español de Carlos V como el pretendido imperio alemán que Adolf Hitler quiso edificar cayeron. Todos los imperios caen, víctima de sus propias soberbias, estruendosamente, con la dolorosa pérdida de vidas y territorios… Occidente caerá – algo se intuye en el horizonte -, esperemos que no tan estruendosamente como lo hicieron estos y me pregunto:

¿Por qué caen los imperios? ¿Lucharemos para que no caiga? ¿Qué nuevo imperio lo sustituirá? ¿En qué nos afectará? ¿Cómo será nuestra vida entonces?

¡Demasiadas preguntas por contestar!

Probablemente lo haga el mundo islámico – quizá Turquía que está firmemente empeñada en resucitar el Imperio Otomano -. No se andan con inútiles remilgos ni estúpidos buenísimos. China lo sabe y creo que por eso mantiene al pueblo Uigur sujeto con mano firme.

¿Qué opinan ustedes?

Antes de marcharme del lugar, apagué mi cámara Canon, le coloqué el protector de lente, la guardé en su mochila, y me acerqué al banco a la sombra a sentarme tranquilo para echarle un último vistazo al recinto. Me senté, cerré un segundo los ojos, respiré y me quedé un minuto junto a la anciana. Me despedí de ella y me marché junto con mis compañeras.

Al reunirme con mis compañeras comentaron:

– Se te notaba a gusto y cómodo allí sentado a la sombra.

– Si, agradecí la sombra, la suave brisa y que la señora se apartase un poco para dejarme un lado. Quise permanecer allí un momento pensando.

– ¿Señora?, ¿Qué señora? Estabas allí solo, como meditando.

– ¿Solo?, ¿no la visteis?

Preferí, no añadir nada más, simplemente nos marchamos… pero ahora me pregunto qué ocurrió durante ese minuto de soledad, quién o qué era esa anciana que estaba allí junto a mí … ¿lo soñé? ¿un espíritu? ¿Marta?

Morir puede convertirse en el final de todo, pero también hacer eterno el recuerdo de lo que una vez fuimos. Esperemos que los dos bandos hayan tomado nota de lo que ocurrió, y del dolor y la sangre vertida con la que regaron los campos de batalla de una Europa que, como hoy, vive más separada que unida. Estoy seguro de que ninguno de ellos pensaba que se convertirían en recuerdos mudos de los desastres de la guerra – por muy hermosos y simbólicos que sean sus lugares de acogida final -.

Como reza la leyenda de la placa… me despido, de ustedes por hoy y de los caídos del bando alemán por siempre, con profundo respeto y humildad.

Un saludo, Damas y Caballeros.

P.d.: Investigando y documentándome para el artículo – mi agradecimiento a las fuentes – descubrí que justo al lado de la tumba de Hans Möeller, está la de Otto Hartman – se aprecia justo a la derecha de la imagen -, joven comandante de 26 años del submarino U-77 cuya vida y hundimiento está abundantemente documentados, quizá debía haberles hablado también de él, pero no quería extenderme demasiado. Les animo a investigarlo. Nos volvemos a leer pronto, esta vez con un artículo algo más técnico que «filosófico»!!!

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