El blog de Gunner!!!

Confesiones/crónicas de un internauta asombrado.

21. octubre 2018 04:08
by Gunner
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Relato: La Cochera.

21. octubre 2018 04:08 by Gunner | 0 Comentarios

Para cada cosa hay su momento, y en este caso, antes de poder publicar este relato, era de rigor esperar a que aconteciese lo que ha sucedido esta noche.
Y como cada relato al que os asomáis, mis bienquistos lectores, tiene su historia, también noctambula, otoñal, y algo crápula.
El día en que lo concebí, tras una agotadora jornada de trabajo - mañana y tarde duras hasta límites insoportables - necesitaba despejarme, desconectar y hasta olvidarme del mundo; de modo que cuando me ofrecieron quedarme a "tomar la última", ni pude ni quise decir no a las dos bellas damas que me lo brindaron. En el local, "La cochera", situado en un conocido barrio sevillano, hablamos de la vida, del amor y de tango. Es llamativo notar ese regusto que te deja en el alma abrir tu corazón ante personas dispuestas a compartir, en armonía, parte del suyo. Mientras compartíamos, las escuchaba hablar, las observaba, e intentaba retenerlo todo; Dos mujeres, dos puntos de vista, y un hombre de por medio, yo. Gracias a esa "última", llegué a casa, con saborcillo a día que ha merecido la pena vivir.

Fruto de ello, de la euforia del encuentro y de una noche de WhatsApp e insomnio, es el relato que os presento a continuación (recomendación, pónganse algún tango mientras lo leen):

  

Río de la Plata, “La Cochera”. Córdoba.

Dos mujeres con voz de humo y desesperación cantaban tangos y lamentos en un pequeño teatro. Entre bastidores se confiesan sus amores perdidos…

La cortina se abrió lentamente. Mientras, los acordes de un bandoneón gemían compases espaciados para tomar el pulso al publico.

A la derecha del escenario, una de las dos apartando la cortina lo justo para alcanzar a ver el patio de butacas y las gradas, Ella. Cientos de veces había repetido la misma liturgia. Asomarse, echar una mirada furtiva al público, levantar la vista hacia arriba, fijarse en los canales por donde circulan las poleas y el cableado que mueve la tramoya de los fondos del escenario, santiguarse, respirar hondo, y salir al centro del escenario con paso femenino y seductor.
Al otro lado del escenario, una figura fuerte, alta, hermosa y casi masculina, se relajaba fumando un pitillo. Ella era Él. Tabaco de Tucumán, el único que conseguía calmarle los nervios. Siempre, al liarlo, dejaba una marca de carmín rojo en cada en el extremo, marcando con especial pasión en aquel por donde se le prendía fuego. Era su “sello”, y lo usaba. Lo usaba como arma personal, como arma de seducción, para conquistar a los hombres, para ponerlos a sus pies. Se los daba a fumar por la marca roja, y les decía “Es lo mas cerca de mis labios que nunca vas a estar”. Caían como moscas…

La Cochera”, estaba a reventar. En ese pequeño teatro experimental, con aforo para unas mil personas, independiente, alternativo y situado en el mismísimo corazón de Güemes, en la ciudad de Córdoba, ese día apenas cabía un alma más. Apiñados como sardinas en lata, sentados en los palcos, sentados en las escaleras que descendían al patio, algunos de pie en los laterales. El patio abarrotado de ojos, de sombreros y de plumones. Todo ocupado, todo caldeado, pura expectativa. Todo, menos el tercer asiento de la fila ocho del lado derecho. El mejor de todos, con la mejor perspectiva.

Todos sabían por qué estaban allí, todos esperaban el encuentro, todos sabían su historia, todos querían ver cómo se acercaban. Cómo Ella y ella, cómo ella y Él, se enfrentarían a su pasado, a ese asiento de la fila ocho.

Paró el bandoneón, el murmullo del público cesó, el humo del tabaco de Ella – Él - pareció detenerse también. El director de escena señaló al mozo, y este le pidió el pitillo. Ella miró de reojo al ayudante, pero no se lo dio. Lo tiró al suelo y lo pisó con desprecio.
Con el pie izquierdo, avanzó hacia la primera tablilla, impregnada en talco. Cargó el peso en el tobillo y, soltando la bocanada de humo que aún guardaba en sus pulmones, salió al escenario con el derecho. Desde el ala izquierda, arrastró con la mano parte del telón para que el público apreciase el movimiento de los pliegues de la tela de terciopelo rojo al volver a su posición de recogida.

Ella desde su esquina lo vio perfectamente. Para ella, Él pareció entrar a cámara lenta, altiva, segura, rotundamente bella. La odió nada más verla entrar. Odió cada una de las marcas de talco que dejaban sus pisadas en el escenario. Habría deseado ver cómo se partía la crisma de un resbalón, como ocurrió aquel día años atrás, pero ya había aprendido la lección y siempre usaba ese sedoso polvo blanco para asegurar su caminar. Frágil pero a su vez resentida, ella, mezquinamente tierna, irrumpió con la delicadeza de una orquídea blanca en un jardín de claveles rojos. Sus pasos... oscilaban a derecha e izquierda, para realzar el movimiento de sus caderas. Cinco pasos, cinco miradas afiladas, cinco deseos de muerte.

Las dos, detenidas en el centro del escenario, en la marca del suelo donde los focos mejor iluminaban sus cuerpos. No una frente a la otra; ella de espaldas a Él, mirada negando a mirada.

Sonó el violín, homenaje a Troilo, “Romance de la ciudad”. Bailarines atravesaron el escenario. En un giro brusco, ambas se encararon al público, y comenzaron a hablar con la voz de un espíritu desesperado y la de una garganta ajada por el tabaco.

Él - Como se entrega la lluvia de verano
Ella - a la tierra dura,
Él - que madura el sol...
Ella y Él - así te diste tú.

Pasos suaves, alrededor de sus marcas.

El - Y yo... tuve la suerte de encontrarte
Él - como el viento a la vela... en una calma.
Él - Supe cuando te vi que eras mi vida
Él - llegando tarde, pero al fin... llegando.
Ella - Y en tu tiempo de notas repetidas
Ella - cantamos juntos la canción eterna.

Cambiaron de posición. Él, girando, se adelantó y ella, floreando, se situó un poco más atrás.

Ella y Él - La ciudad hizo un trío de romance
Ella y Él - y ubicó los lugares de la acción:

Se miraron con tenso respeto.

Ella - Corrientes y Florida, los carritos,
Él - la esquina de Entre Ríos y Pavón...
Él - Lo nuestro fue tremendo pero breve:
Ella - un verso que el poeta no acabó.

Ella aleteó dulcemente el brazo derecho dejando su mano izquierda pegada al corazón, y volvió adelante. Él se colocó a su espalda ligeramente a la izquierda, deslizando su caminar en dos armónicos y largos pasos.

Ella y Él - La ciudad tiene prisa y nunca duerme...
Ella y Él - ¡porque lleva el adiós junto al amor!

...

Los acordes se detuvieron, el público estalló, los palcos ardían en olés, gritos, bravos, y el gallinero en emoción, incrédulos todos por lo que acababan de presenciar. El estruendo de los aplausos, casi ahogó el sonido de la cortinilla musical del entreacto.

Ambas saludaron, inclinándose respetuosamente hacia el público. Se cruzaron las miradas fugazmente. Ella corrió a la izquierda a cambiarse de ropa, y él, caminando pausadamente sobre sus tacones manchados de talco, se dirigió a la derecha a ponerse otros de zapatos tras el telón, pero... mientras lo hacía, dirigió fijamente su mirada al tercer asiento de la fila octava.

El público lo sabía, Él tenía plena seguridad de ello. Todos estaban allí por eso. Todos percibieron ese leve giro de su cuello y esa mirada fija hacia el asiento vacío. Todos sabían cómo ella le había arrebatado a su hombre, a traición, con la sonrisa maquiavélica de una amiga inocente, a su amante, a su compañero. Cuánta amargura acumulaba, cuánta rabia contenida. No pudo resistir; al atravesar la cortina, Él lloró, de nuevo. Él, que manejaba a los hombres como se le antojaba, lloró y odió, y recordó el amor. Y pensó en su muerte, en el cuerpo de su amado yaciendo, sin vida, en la cama de ella...

Se ha consumado el primer tango. Continúa sonando la orquesta. La cortinilla musical gana en intensidad, y el telón se despliega esperando acontecimientos. Los aplausos ceden paso al murmullo del público, por donde sobrevuela la incertidumbre. Nadie, ni esa presencia ausente en la butaca vacía, tiene la certeza de si la mirada que ambas se dirigieron durante el estribillo fue de respeto, de perdón o de rencor.

Ya entre bastidores, comparten camerino…

Fin.

  

Final abierto. Ahora ambas están en el camerino… ¿Qué creen que ocurrirá? ¿Qué se dirán? ¿Se "acuchillarán"?... ¿Quién sabe? Incluso es posible que se echen flores, la una a la otra... ¡Parece que el tiempo no pasa por ti!... ¡Has cantado como nunca!... Opinen, pero si se han fijado, este relato está hecho del mismo material con el que se construyen los tangos. Un tango que habla de tangos. Espero que lo hayan disfrutado tanto leyéndolo como yo escribiéndolo... ¿Quieren segunda parte?

Un saludo, Damas y/o Caballeros.

P.d.: Mi más hondo agradecimiento a las tres mujeres que me han ayudado a darle forma, ellas saben quienes son. Añadir que suelo ilustrar los relatos con fotografías propias, pero en este caso no encontraba una que se adecuase al texto. ¿Como lo he resuelto? He pedido ayuda a mi amiga e ilustradora profesional Carmen Romo (curiosamente vive en otra Córdoba), que ha hecho un trabajo excelente, ¿no creen?. Como siempre, votos (abajo, pulsando sobre las estrellitas) y comentarios pulsando en el enlace a la izquierda del título, gracias.

Smile

4. julio 2016 17:38
by Gunner
1 Comentarios

Carta abierta a una profesora de Baile!!!

4. julio 2016 17:38 by Gunner | 1 Comentarios

Soy un hombre que intenta, a sugerencia de aquellos con los que con frecuencia converso, darle a las cosas su justa medida y el valor que el común de los mortales les da, peeero que remedio... soy un hombre apasionado para todo (ó casi), mis queridos seguidores.

Disculpen, me distraigo con mis diatribas.

Lo que quería contarles es que hace apenas unos días mi profesora de baile, Alejandra Sabena, dio por finalizado el curso académico 2015-16, y su actual pareja junto con un grupo de alumnos decidimos agradecérselo dándole una sorpresa en la forma de un libro que recogiese las impresiones, sentimientos y emociones de todos sus alumnos, recopilados y encuadernados (un texto, una foto, un dibujo, lo que cada uno quisiese) para entregárselo en la fiesta de fin de curso (en la imagen, en el centro sobre el libro rojo).

Mi aportación a esa compilación: un texto breve, pero apasionado que espero que les guste y les anime a conocerla.

2015-16, El balance de un año de Tango.

     

¿Cómo es posible que dos personas, dos mentes, dos corazones, dos cuerpos... diferentes, desconocidos, independientes… consigan en la pista comportarse como entes únicos y obtener, de un espacio vacío - apenas un hueco - alrededor de un sutil aroma de notas de tango, enlazados movimientos de la belleza, elegancia y armonía que el Tango consigue?

Yo, y todos los que te seguimos no lo sabemos. Por favor explícanoslo.

La labor de un profesor, de un buen profesor - tu labor - es esa: explicárnoslo una y otra vez, con la delicada ternura que el abrazo en el baile transmite. Lo que distingue a un profesor de otro, a un buen profesor de otro es su capacidad, su facilidad y tesón para transmitir ese conocimiento a sus alumnos.

Y créenos Alejandra es una habilidad que pocas personas tienen. Pero encontrarse con alguien como tu, convierte la experiencia de asistir a clases de algo tan íntimamente humano como bailar en algo más que aprender una pura rutina mecánica y dinámica, algo mas que aprender una marcada coreografía de movimientos: se convierte en un espectáculo en si. Ver como vas transmitiendo el conocimiento que atesoras, como fluye a través de tu voz y tu cuerpo convertido en una especie de halo que te rodea y se filtra por los poros de nuestros cuerpos, calando en ellos como una fina lluvia que acaba empapándonos de TANGO. Cómo al terminar las clases esa humedad nos chorrea y nos salpica de unos a otros, deseando volver a sumergirnos en tu lluvia de armonías… Eso es un espectáculo en si. A veces doloroso, a veces frustrante, a veces ingrato, las más inasumible para los que torpemente intentamos seguirte… pero otras… aaarggg, grito a los dioses de la danza… cuan gratificante, cuan único, cuan esplendoroso...

Pero por donde el agua pasa, el agua moja… y algo queda… y a lo largo de este año, yo mismo, he notado como mis huesos han recibido y absorbido parte de esa lluvia fina y dulce que dejas caer sobre nosotros.

Y este año hacerlo en pareja, seguir tus enseñanzas con alguien con quien compartes mucho más que una afición en común, lo ha hecho más intenso si cabe, haciéndonos saborear con más plenitud esa emoción del abrazo en la que tanto insistes en tus clases.

Esperamos poder seguirte muuuchos años más. Lola y Angel.
Sevilla Junio de 2016.

Bravo Alejandra, Bravo.

     

Que manía tiene la gente en que cambie mi manera de ser, en que no me tome las cosas como me las tomo, en que sea mas moderado en mis actitudes. Sé que los que me lo sugieren lo hacen por mi propio bien, para que les de a las cosas su correcta importancia... y créanme que lo intento... pero siempre, tarde o temprano, siempre sale a la luz ese Angel apasionado e intenso, que tan complicado y complejo puede llegar a ser.

Es precisamente parte de lo que me hace ser quien soy!!!

Un saludo, Damas y Caballeros.

P.d.: Espero que os hayan gustado los cambios que estoy haciendo en mi web... quedan más por llegar.  Foto cortesía de Puerto Menesteo Tango. Y como siempre, votos y comentarios pulsando en los enlaces anexos, gracias.

Wink