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Confesiones/crónicas de un internauta asombrado.

13. julio 2024 17:09
by Gunner
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Reflexión filosófica: ¿Occidente debe reinar?

13. julio 2024 17:09 by Gunner | 0 Comentarios

Introducción.

Tal y como les acostumbrado hasta ahora, mis ilustres e ilustrados lectores, pretendía redactarles un artículo correctamente argumentado y documentado, pero tras mucho meditar he preferido enfocarlo a modo de autorreflexión. Inicialmente pensaba publicarlo en mi exitoso blog hermano de temática militar, pero, dado que voy a dedicarlo a filosofar acerca del destino del ser humano, decidí que encaja mejor en este, ya que lo utilizo a tratar temas más “personales”. Confío en que les resultará de interés.

Les prevengo: En la mayoría de los casos voy a hablarles en sentido figurado y en el muy amplio sentido de las palabras. Tengan paciencia, imaginación y lean entre líneas. Algo que por otra parte ya doy por descontado siendo ustedes quienes son.

¡Diviértanse leyéndome!

Todas las civilizaciones caen.

¿Y por qué Occidente iba a ser diferente a las demás? ¿O acaso creen que los viejos imperios caídos estaban ansiosos por desaparecer?

En gran parte de las ocasiones sus ocasos de produjeron por la indolencia y la desidia de sus gobernantes, centrados en su mayoría en disputas internas por el control del poder. Ello, sumado al cómodo conformismo de sus ciudadanos, creó el caldo de cultivo necesario para sus debacles.  Y,... ¿qué está sucediendo precisamente ahora en Occidente? ... una cultura decadente en la que se protege más al débil que se facilita el trabajo a los que desean el verdadero progreso - ¡No ese "progreso" del que se llena la boca cierta clase política! -. Sin duda, las élites siempre han temido a aquellos capaces de hacerles sombra. Prefieren pueblos incultos, dóciles y fácilmente manejables.

¡Miren a sus lados!, ¡Si lo prefieren, miren por encima de sus hombros! ¡Miren a la mayoría de quienes están alimentando! ... ¿De verdad que creen que van a hacer algo por el mundo más allá de arrastrarse por un mendrugo de pan y aprovecharse de las “circunstancias” favorables? ... - ¡Ilusos! -  Estoy seguro de que ya saben la respuesta!!!

Por otra parte, para que sus caídas tuviesen lugar, esas potencias fueron atacadas de todas las formas posibles. La envidia por su estatus, por su pujanza y por su preponderancia las hicieron blanco de toda clase de artimañas para minar su solidez y reemplazarlas en el poder.  

-    Y me pregunto:

¿Qué le está pasando a Occidente?

Precisamente eso. Las campañas de desinformación, el ataque incesante a una institución como es La Familia, y la constante crítica cuando trata de dirigir su destino con cierta coherencia y mano firme, no hacen sino arruinar la solidez de las bases sobre las que se constituyó su reinado.

El comunismo, China y el mundo árabe están socavando mediante subterfugios y el patrocinio de políticas interesadas una de las bases que sustentó he hizo crecer nuestro imperio, “La Familia”. Es curioso, claro y evidente cómo en la actualidad se está atacando cultural y políticamente a esa institución disfrazándola, diluyéndola y dándole otros "sabores". Tradicionalmente ha dado cohesión y fuerza a sus miembros, fortaleciendo los lazos que unen a las personas y a los territorios. De hecho, en la antigüedad y hasta relativamente hace poco era común establecer alianzas o expandirse en base a bodas concertadas entre las casas reales reinantes.

Destruir la familia tiene como efecto secundario la disminución de la natalidad. Consecuencia de ello surge la necesidad de sustituir la “fuerza motriz” necesaria para mantener el motor económico y cultural de cualquier sociedad con brazos de dudosa procedencia sobre los cuales el vínculo y las “obligaciones” de la sangre que había ya establecidos no tienen efecto.

Es curioso lo que sucede con la familia fuera de Occidente.

Llámenme racista o xenófobo, pero una auténtica horda de “extra-occidentales” está invadiendo nuestro imperio. He viajado por parte de Europa y, tal como pude afirmar personas con las que he comentado mis aventuras y andanzas, en muchos lugares he podido constatar que hay más población extranjera que “local”. He llegado a afirmar en varias ocasiones que, de seguir así, el Occidente que conocemos estará acabado en pocos años.

Estudien la siguiente tabla de natalidad. La IA - ChatGPT - me ha suministrado los datos del Banco Mundial y la ONU para el año 2023.

País 

Número medio de hijos por familia (2023) 

Níger 

6.7

Somalia 

5.9

República del Congo 

5.8

Mali 

5.7

Chad 

5.6

Angola 

5.5

Burundi 

5.4

Nigeria 

5.3

Gambia 

5.2

Uganda 

5.0

Zambia 

4.8

Malawi 

4.6

Sudán del Sur 

4.5

Mozambique 

4.4

Afganistán 

4.3

Sierra Leona 

4.2

Etiopía 

4.1

Madagascar 

4.0

Tanzania 

3.9

Iraq 

3.6

Egipto 

3.3

Guatemala 

3.2

Bolivia 

2.8

India 

2.2

Estados Unidos 

1.7

China 

1.6

Alemania 

1.5

Rusia 

1.5

Polonia 

1.4

Japón 

1.4

España

1.3

 

Omito muchos países significativos, pero creo que con esta muestra queda bastante claro, ¿verdad? ¿No ven lo mismo que yo?

¿Alguno de ustedes ha viajado lo suficientemente lejos como para darse cuenta de con qué respeto se trata a la familia en otros lares? Yo sí. ¿Han observado sus tasas de natalidad? Sí, ... es cierto, en algunos casos viven apiñados, familias completas apretadas en un cuartucho como sardinas en lata. Países pobres de solemnidad, pero donde el poder de la consanguineidad y la tradición - recuerden lo que dije al principio de "leer entre líneas" - no se discute, donde ganarse la vida cuesta a veces la propia vida. ¡Ellos aprenden! ... les aseguro que aprenden. Todo les obliga a endurecerse y a sobrevivir a costa de lo que sea.  

¿Y hacia donde escapan de esos infiernos? ¿Hacia otro país igual? ... Permítanme que me ría. Hacia Occidente, hacia sus lujos, hacia sus brillos glamurosos, hacia esa vida fácil y disipada que les colamos por los ojos constantemente.

-    Y me pregunto:

¿Merece la pena salvar Occidente?

Siendo egoísta, por supuesto que sí, a nadie le gusta perder sus cómodos privilegios. ¡Porque los tenemos!, ... aunque conseguirlos nos haya llevado siglos de lucha, trabajo y esfuerzos.  

Pero siendo realistas... ¿Han visto a qué nivel de bajeza moral, de manipulación descarada, de polarización interesada y de banalización de la vida se ha llegado en Occidente?

Leyendo la “información” periodística, la “prensa” electrónica y conversando acerca de la catadura moral de la actual clase política - e incluso la de los ciudadanos que los votamos -, he llegado a la conclusión de que están más pendientes del aquí y ahora - de sus propios aquí y ahora - que de las perspectivas a largo plazo. Como diría irónicamente el humorista José Mota, muchos piensan: 

Pa lo que me queda en este mundo, quel que venga detrás arree con lo que le toque” 

 -   Y me pregunto:

¿Qué ha sido de eso que promulgaba el cristianismo del "Amor al Prójimo"?

Si, aunque me llamen retrógrado, Occidente no puede entenderse sin la religión cristiana, su influencia, su moral... y por supuesto sus errores.

Nos hemos vuelto una sociedad materialista, sin principios, donde en “tú” predomina frente al "nosotros", frente al prójimo.

Se está prodigando seguir la filosofía estoica, donde, aparte de determinados factores positivos de refuerzo psicológico, se hace especial hincapié en el “No te preocupes de lo que depende de los demás, preocúpate de lo que tú puedes controlar”. No es mal mensaje, pero genera una cierta derivada perversa que solo los más capacitados alcanzamos a vislumbrar y cuyo efecto futuro es difícil de pronosticar.

¿Dónde está ese respeto que se le tenía a los preceptos morales que defiende la iglesia? Y no me refiero a la iglesia como institución, con la que podremos o no estar de acuerdo, sino con esos principios universales que postula.

Parece que está de moda burlarse del cristianismo y de su moral. En buena parte ella misma se lo ha ganado, pero hay que reconocer que esas críticas que se le hacen también contribuyen a debilitar esos fundamentos que nos hicieron lo que ahora somos.

Me da pena ver cómo lenta e irremisiblemente Occidente está cayendo víctima de la relajación de las costumbres y la moral. Nefasto!!!

¡Individualismo al poder! ¡Tú primero! ¡El mundo que se adapte a ti, no tu al mundo!

-    Y me pregunto

¿Sería bueno que cayese Occidente?

Empiezo a pensar que sí. Parece que de la única manera en la que el ser humano aprende es cometiendo errores. Por su arrogancia, por su corta memoria histórica, por su absurda y total indiferencia, por la primacía de los intereses de la minoría... en fin... !por su estupidez!

Es evidente que Occidente ha perdido el rumbo. Se debate en cuestiones baladíes y gasta sus recursos en fomentar políticas que conducen inexorablemente a su destrucción - Quizá debía haber usado otras palabras menos catastrofistas –, pero cuando todos aquellos que ahora abrazan el multiculturalismo y la tolerancia vean en qué puede llegarse a convertir su día a día, o cuando esas mujeres que ahora se rasgan las vestiduras en pro de los "pueblos oprimidos" vean cómo sus hijas o nietas casi con toda probabilidad tengan que ir tapadas de pies a cabeza y sometidas, quizá entonces se pregunten cómo hemos llegado a esta situación.

La tolerancia y la libertad en Occidente están derivando en libertinaje. Los principios brillan por su ausencia. Me viene a la memoria la frase atribuida al cómico Groucho Marx.

Estos son mis principios y si no te gustan tengo otros

Ellos, los otros, lo tienen claro. Saben lo que quieren, saben cómo conseguirlo, y se están "moviendo" para lograrlo. Aprovechan "legítimamente" nuestras debilidades. Nosotros en cambio no sabemos a dónde nos dirigimos, tan solo nos preocupamos por el disfrute de nuestro "estatus".

Me vienen a la mente dos frases más, de nuevo una Groucho Marx y otra de Mark Twain:

Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente

“He tenido miles de problemas en mi vida. La mayoría de ellos nunca sucedieron en realidad”

En este mismo instante pienso en ello acerca de mí mismo, en cómo me afectan ambas ideas. ¿Estaría más guapo callado? ¿Me estoy preocupando en exceso? Quizá un cambio de ritmo, una nueva civilización reorganice las cosas. ... ¿A mejor? ¿A peor? ¿Recuerdan aquella parábola filosófica del: “¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!”?

¿Qué opinan ustedes? !Piensen! ... Si es que saben hacerlo.

Un saludo y buenas noches/días\tardes, Damas y Caballeros!!!

P.d.: ¿Podremos evitar la caída? ¿Llegaremos a verlo? Como siempre, votos (abajo, pulsando sobre las estrellitas) y comentarios pulsando en el enlace azul cerca de la cabecera/título del artículo y luego desplazándose hasta el pie de página, gracias.

Cool

15. febrero 2020 21:00
by Gunner
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Relato: Zen dream.

15. febrero 2020 21:00 by Gunner | 0 Comentarios

L@s que ya han leído el relato que les traigo a continuación me preguntan que cómo me ha dado por escribirlo. Bueno... tiene una respuesta fácil. Últimamente estoy leyendo mucha literatura japonesa (llegué a ella gracias a Murakami y la insistencia de una joven dama). Como sabrán, la literatura japonesa es una mezcla sutil de lo real y lo imaginario, de moralejas y/ó lecciones sobre la vida, en la que los hechos son narrados con la exquisitez y minuciosidad propia de su idiosincrasia. Quizá, lo único que me moleste de su estilo sea la lentitud con la que, en general, avanzan los acontecimientos. Es decir, describir la simple caída de una hoja, puede consumir páginas y más páginas de elucubraciones materio-oníricas. Pero eso... no necesariamente malo, pues suelen ser páginas llenas de hermosura, requiebros e introspecciones literarias, que en la mayoría de los casos merece la pena leer. Así que (retomando el hilo de mi introducción) decidí escribir mi propio relato japones. Es un poco más largo que otros relatos a los que habitualmente les tengo acostumbrados, peeero... seguro que les gusta.

Entremos en materia, no sin recomendarles que mientras escuchen un poco de Shakuhachi:

   

Junichiro se levantó acelerado, con la respiración entrecortada, casi jadeando. El sudor le resbalaba por la frente y podían notarse las marcas húmedas de su espalda sobre el tatami de la habitación.

Cerca de Kyoto, en las faldas del monte Daimonjiyama, el otoño iluminaba de tonalidades rojizas el momiji de los árboles que rodeaban el templo Zenrinji, cuya belleza se veía aumentada durante la noche, por iluminación nocturna que ofrecía el santuario. Junichiro llevaba ya algunos inviernos en el templo como asistente del maestro Umezaki, quien lo estaba instruyendo en el arte de los haikus.

Hacía frío en la habitación donde se encontraba, algo alejada y situada cerca de los retretes del recinto. Llevaba puesto apenas unos calzones cortos, por lo que se cubrió rápidamente con su haori y corrió, atravesando el jardín y el resbaladizo puente sobre el estanque, hacia la zona noble del templo, donde se encontraba el pabellón en el que residían los monjes.

Al llegar a ella, buscó la habitación de Umezaki. A través del shöji, percibió la luz de la llama de una lámpara, por lo que supuso que el maestro aún estaría despierto, trabajando en alguno de sus poemas.

Se agachó, y de rodillas, con el peso del cuerpo apoyado en los pies, desplazó suavemente el tabique móvil formado por cuadrículas apretadas de grueso papel blanco.

El maestro se mesó la barba, una barba tupida, blanca, trenzada de manera intrincada, acabada en un fino y apretado nudo de pelo. Viendo a su pupilo al otro lado del marco, le preguntó:

- Junichiro, ¿qué haces a estas horas frente a mi habitación, y con ese aspecto tan desaliñado?

- Maestro, siempre me has dicho que los sueños son el reflejo de nuestro interior y nos dicen quiénes somos.

-Así es, muestran realmente lo que la máscara de la mirada esconde.

Umezaki miró los ojos turbios y azorados de Junichiro y, leyendo su expresión, adivinó que algo trascendental había alterado la serenidad de su aprendiz.

- Dime, Junichiro, ¿qué sueño ha alterado tu paz interior?

- Maestro, - dijo con cierto nerviosismo - he soñado que jugaba al borde de una de las albercas donde se tiñen las sedas y los linos con los que elaboramos los ropajes de los miembros del santuario.
En mis manos sostenía una fina caña de bambú, larga, flexible, puntiaguda y afilada, cortada en el estanque del jardín, junto a la muralla norte del templo. Jugaba a tocar los pequeños peces coloridos que se dejaban ver nadando cerca de las flores de loto azul. Estas flotaban hermosas sobre la superficie acristalada del agua, animando a los peces a cobijarse bajo ellas y juguetear entre sus enmarañadas raíces.
Encontraba varios peces, los tocaba, pero no los ensartaba. Observaba cómo a ellos les molestaba ese juego, pues el extremo punzante de la caña podía fácilmente atravesarlos. Por ello, estuve a punto de dejarlo.
Molesté además a otro de los peces. Diferente, algo más grande, aplanado, blanco moteado. Tras tocarlo, mientras yo caminaba por el borde de la alberca, veía que me seguía. De pronto, al volver a tocarlo por segunda vez, noto que se aproxima al borde de la alberca y comienza a asomar su cuerpo. Angustiado, mientras se va alzando, compruebo que se trata de un pez de enorme tamaño.

- ¿Cómo pude confundirme? - pensé.

Supuse que la refracción del agua había hecho que pareciese de menor tamaño de lo que realmente era. Poco a poco va emergiendo a la superficie e intenta comerme, tratando de tragarme con su gran boca pegajosa. Su cuerpo, aplanado, parecido al de una carpa, era tan grande como el de una ballena. Su piel, blanca, resbaladiza y maloliente. Su cabeza, grande, con bigotes en los extremos de la apertura dentada de la boca.
Mientras me perseguía, corro intentando escapar y creo sentir que alguien me observa. Me digo a mí mismo:

- ¡Voy a quedar fatal! Me va a comer. ¡Solo estaba jugando!

- Encaramándome por el borde de una de las paredes laterales, veo cómo me libro saltando hasta el borde de la alberca más cercana. Observo cómo el pez enorme pierde interés y se vuelve a sumergir en el agua. Pienso que me he librado por poco.

-Maestro, por favor, pon algo de luz en mi sueño.

Umezaki respiró profundamente y, con un pausado gesto de la mano, indicó al joven aprendiz que pasase y se situase junto a su kotatsu, pues debajo de ella había un brasero que servía para calentar los pies. Así, al menos, conseguiría calmar el frío que atenazaba la respiración de su alumno.
Le ofreció un poco de té caliente en un cuenco lacado de cerámica gris, que, bajo la cálida luz de la lámpara de aceite que iluminaba la habitación, mostraba el color de la pátina de vejez que cubría todos los elementos de su vajilla.

- Junichiro – llegó a decir el maestro. Y, cerrando los ojos y apretando levemente los labios, respiró lentamente por la nariz. El sonido su respiración al fluir era tan acompasado, que el atribulado alumno comprendió que estaba meditando seriamente su respuesta.

Pasaron unos minutos, y por fin el maestro haikuista dijo:

- En la esencia del sueño está la esencia de la respuesta.

- Pero, maestro Umezaki… no entiendo cómo el sueño puede ser a su vez la respuesta al propio sueño. Intuí que algo malo iba a pasarme. Presentí mi futuro mientras veía cómo el pez me intentaba tragar.

A veces la expresión del rostro de una persona lo dice todo, y el gesto del joven aprendiz manifestaba claramente al maestro que su discípulo no era capaz de ver más allá de la superficie. Lo asumió. Sabía que aún era un mero estudiante, y compasivamente se dispuso a darle una lección sobre el significado de los sueños.

- Cada elemento de tu sueño es un símbolo, y tiene su explicación y significad: el bambú afilado, el agua, el azul del loto... Pero vamos al elemento central de tu sueño: los peces.

Detuvo un momento su explicación para cerrar el shöji y evitar que la habitación siguiese enfriándose. Agitó con una varilla metálica el carbón del brasero, volvió a inspirar profundamente y, tras soltar el aire descinchando sosegadamente el pecho, prosiguió:

- Los peces son los problemas a los que te enfrentas, de todos los tipos, de todos los colores. Tú los abordas, los afrontas, y los resuelves con ligereza, despreocupación y sin miedo. Pero hay uno, uno en especial, blanco, del color de la pureza, uno que te preocupa especialmente.

El semblante del maestro, relajado hasta entonces, cambió. El juego de luces y sombras que producía la luz amarillenta de la lámpara, acrecentaba la severidad de su expresión.

- En ese problema te va la vida. Te preocupa, y te ha llegado a preocupar tanto, que tienes demasiado miedo a que perturbe tu existencia. Afortunadamente, en el último momento has saltado y te has liberado.
No sé cuál es el problema que te corroe, ni quiero saberlo. Es tu problema, lo dejo para ti, para que crezcas, pero sí te diré que has conseguido superarlo. En el último momento... pero lo has superado. Una cosa más te diré, mi apreciado pupilo. Ten cuidado, te advierto… la vida está llena de albercas.

- Gracias, maestro, por mostrarme tu lucidez en la oscuridad de la noche. – dijo Junichiro, aún perplejo por la claridad de la respuesta, inclinándose varias veces con las palmas de las manos unidas frente al pecho, a modo de reverencia.

El aprendiz se terminó el té y el maestro, con delicadeza y esmero, limpió y recogió el cuenco, depositándolo junto al resto de la vajilla. Se miraron un momento expresando gratitud y condescendencia respectivamente. Y, caminando de espaldas a la salida, el alumno se alejó hacia su aposento.

- Junichiro – dijo por último el maestro - Si el pez te hubiese comido, habrías muerto. Habrías fracasado.

Fin.  
    


A veces los problemas asaltan nuestro subconsciente cuando más relajado está, y se genera un lucha interior en la que nuestra mente suele ser nuestro peor enemigo. No se… por ejemplo una enfermedad grave. Hablar de ellos es un tema harto delicado, pero detrás de este relato está la lucha de muchas personas que se enfrentan a las preocupaciones que las agobian. La esperanza siempre está ahí a pesar del desánimo. La lucha es el camino, la curación/solución está al alcance de la mano, y gran parte de la gente que los ha superado acaba viéndolos, con un resoplido, como una pesadilla.
Algo a lo que no damos importancia puede convertirse en un terrible animal que nos devora, y del que a veces conseguimos zafarnos en el último minuto. Una vez resuelta la situación, volvemos a la realidad y, lo que en sueños nos agobiaba, queda finalmente en nada. Debemos, tenemos, estamos obligados que aprender de ello.

Un saludo, Damas y Caballeros.

P.d.: Tengo que reconocer que he recibido la ayuda de algunas personas. Me gustaría mencionarlas: Mi gratitud, a María, a la que siempre agradeceré que, con su clara mirada de brujita blanca, siempre me haga duras críticas constructivas. A una exótica dama que me dejo "tirado" una noche, dándome el tiempo necesario para coger teclado y ratón, y enfrentarme a una pantalla en blanco con la que distraer mi mente. Y por supuesto a mi amigo, magnífico dibujante y gran arquero, Carlos, que a pesar de su ajetreada agenda ha sacado tiempo para ilustrar el relato con el excelente dibujo minimalista que lo acompaña. Como siempre, votos (abajo, pulsando sobre las estrellitas) y comentarios pulsando en el enlace azul cerca del título, gracias.

Yell