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Confesiones/crónicas de un internauta asombrado.

7. octubre 2011 07:30
by Gunner
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Un país y una mochila.

7. octubre 2011 07:30 by Gunner | 0 Comentarios

Hoy jueves, mis voraces ciber-ojeadores, ni mi cuerpo ni mi mente estaban para tangos, milongas o explicaciones, así que algo indeciso he preferido quedarme en casa "descansando", sentarme tranquilamente frente al computador y, tras casi tres semanas de absoluta auto-impuesta abstinencia digital, relatarles que ha sido de mis vacaciones (dada la hora debería haber dicho ayer, redactar y maquetar el texto se las trae).

Todo el mundo me preguntaba con interés que pensaba hacer con las tres semanas que aún me quedaban por disfrutar de mis tardías vacaciones. No lo tenía nada claro, así que sin saber que responder, me encogía de hombros, fruncía el ceño y les respondía: "Aún no lo se, el gran viaje que tenía pensado para este año ya lo hice en Junio, así que probablemente coja el coche y me pierda por España". Soy un hombre de palabra y fiel a mi propia promesa eso he hecho.

Solos yo, mi coche, una mochila (dos en realidad si contamos la de la camara/ruta) y un maravillosamente inmenso país nuestro. Un mapa (clásico, de papel, las ayudas electrónicas para cuando vuelva a la vida real), nada concertado, sin hoteles, sin destino fijo, parando, a comer cuando tenía hambre, cuando el cansancio y/o la noche me vencía, ó cuando un paisaje me desbordaba…

La salida, por supuesto desde la gasolinera BP que hay junto al Carrefour de San Juan de Aznalfarache. La ruta final… sigan leyendo si les apetece.

  • Monesterio: Pretendía que la primera parada de mi ruta fuese en Mérida, pero quería comer algo, y me pareció tan buen sitio como cualquier otro. Un abuelote al que pregunté donde hacerlo me recomendó insistentemente que visitase el Monasterio de Tentudía. Pense: “¿Porqué no?”. El monasterio cerrado, pero creedme, jamás os arrepentiréis de subir y contemplar la espectacular vista que se divisa desde su cima.
  • Merida: Desde luego mereció las dos noches que pasé en ella. Inmerso en su corazón histórico, pude entender hasta que punto resulta verdadera la expresión "La grandeza del imperio romano". Una anécdota, me quedé encerrado en su Alcazaba mientras contemplaba la puesta de sol desde uno de sus torreones.
  • Cáceres: Terminé asombrado por la belleza de su Ciudad Monumental, me pareció increíble que se haya conservado casi intacto su centro histórico, prácticamente oculto tras uno de los accesos a través de la Plaza mayor. Impactante. Me dió la impresión casi de un salto en el tiempo. Por cierto, queee tranquilamente eche la siesta a la sombra de la arboleda del parque "El príncipe".
  • Jerte: Me pareció una falta de delicadeza, no pararse al menos a tomar café en el pueblo que da nombre al frondoso valle. Allí charlé amigablemente con dos cuidadores del parque JerteNatura, al los que prometí una futura visita.
  • Piedrahita: De algo me sonaba el nombre del pueblo, pero al parar en el primer lugar que se me ocurrió para preguntar por un hostal donde pasar la noche, lo comprendí al instante: Su terraza estaba decorada con un ala delta de vuelo libre a modo de sombrilla. Estaba sin pretenderlo en una de las mecas mundiales del vuelo libre. Subi a la zona de despegue en el puerto de Peña Negra (1909 metros de altura) cerré los ojos y me dije: “¡Aquí me quedo!". Joer, yo sin equipo de vuelo y viendo como en sucesivas ocasiones grupos de pilotos se elevaban casi tan grácilmente como las águilas que además pude fotografiar.
  • Avila: La vista de su ciudad amurallada desde el Mirador de los Cuatro Postes, me resultó "de postal", y recorrer el perímetro de su muralla todo un reto que la gastada suela de mis duras botas pudo superar como otro desafió a los pies de un eterno viajante. En el mercadillo de su Plaza del Mercado Chico me avituallé con viandas en previsión de algún "alto en el camino".
  • Segovia: Ante la extrañeza de los viandantes, acaricié con intensidad las piedras de su acueducto; Irse de allí sin hacerlo sería una auténtica afrenta a la historia de España. En su Alcázar pude admirar su sensacional colección de armas de época. Y por dos veces el cruce de miradas con una bella trabajadora del museo de artillería me dejó francamente trastornado.
  • El burgo de Osma: Perteneciente a la Ruta del Cid, me dije a mi mismo: "¿Serás capaz de subir al castillo que domina la ciudad?". Pude. Por cierto alguna vez se han colado sin querer en una boda y han bailado la conga con los contrayentes.
  • Soria: Sin temor a equivocarme, el consejo de un anciano me hizo disfrutar como no podía imaginar de uno de los recorridos más hermosos de todo el viaje: Los lugares machadianos y el cementerio donde está enterrada su mujer Lenonor (sobre cuya tumba deposité una pequeña flor color violeta que busqué de un campo cercano), el paseo por el parque junto a la rivera del duero, y la inolvidable puesta de sol desde la ermita templaría de San Saturio colgada en sus márgenes.
  • Borja: Realmente me detuve en el pueblo por pura curiosidad, (disculpen la siguiente burla) por el nombre me parecio el pueblo mas "pijo" de toda España, pero inesperadamente descubrí uno de los secretos mejor guardados de nuestro maestro del cine Luis Buñuel. Quien quiera saber que pregunte…
  • Medinaceli: Preciosa ciudad de piedra. Mis habilidades como informático y la necesidad técnica de la simpática conservadora de su museo de arte me valieron como trueque para conseguir un preciado tesoooroooo!!!
  • Adamuz: Fuera de mi ruta, tuve casi un minuto y medio desde que vi la señal de desvío hasta que finalmente un impulso me hizo tomarlo. Aunque cortísima visita de carácter absolutamente personal, no pude evitar volver a refrescar mis resecas manos en la Fuente del Pilar, parte de una antigua posada donde supuestamente se hospedaron los Reyes Católicos.
  • Córdoba: Ciertamente ya conocía la ciudad, bastante bien además, por ello ni quería ni me resulto posible evitarla. Que contar de la ciudad califal, simplemente esplendorosa. Es una ciudad que me trae buenos recuerdos y siempre gratas sorpresas, en esta ocasión TRES, una se puede contar y la otra… también, pero me la reservo. Lo cierto es que al entrar por el acceso del Arcángel vi con asombro el fantástico Douglas DC7 que instalaron como reclamo de la malograda candidatura a la capitalidad europea de la cultura. Me faltó tiempo para correr a fotografiarme junto a tan magnífico aparato.

La llegada a casa, extenuado, al límite de todo, hace unos días. Aunque ayer miércoles decidí pasar un último día en la playa reposando junto al mar acompañado tan solo del sonido de las olas y algo de buena lectura.

Quedan en el tintero muchísimas emociones, paradas para descansar en mitad de ninguna parte, algún que otro susto con el coche, hermosos paisajes y bellas puestas de sol, pero si de algo me ha servido el periplo que os he contado, ha sido para aprender dos cosas: Amo la aventura y odio la soledad. Me explico. Definitivamente estoy "curado de espanto" respecto a los posibles azares de un viaje bohemio como el que acabo de realizar, salvando las distancias, me he sentido como un auténtico aventurero, pero a su vez en los momentos en los que mi mente no estaba ocupada asimilando vivencias, no podía evitar atormentarme por los errores del pasado y sentir la necesidad de haber podido compartir la hermosura de lo que estaba disfrutando junto a una mujer a la que amar.

Un saludo, Damas y Caballeros!!!.

P.d.: Debería prometerles colgar una galería de imágenes, pero a estas alturas, no me lo creo ni yo.

Surprised

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